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196 PARA OFRECER LAS FLORES CARMEN. ¡ Qué bien hablas, Isabel! De santo gozo me lleno Al pensar qm~ también yo Imitarte en eso puedo. No quiero que pase día De mi vida en este suelo Sin que a mi Madre yo ofrezca Las virtudes que apetezco. ISABEL. Así, Carmen, hay que hablar. Y a no me importa ni temo Que vengan sobre las flores El otoño o el invierno. Que si en la tierra no hay flores, Haberlas puede aquí dentro. Vamos, pues, a nuestra Madre Y expongamos nuestro anhelo. LAS DOS. Tomad, Virgen Purísima, Las flores de este suelo. Con este ramillete A tí, Madre, ofr¿cemos De nuestros corazones La vida por entero. Queremos ser muy buenas, Y así te prometemos Las flor.es de virtudes Que brote nuestro pecho. Y en tanto tú, piadosa Emperatriz del Cielo, Bendice nuestras almas, Y en prenda de tu afecto Adórnanos de gracias Que agraden siempre al Cielo.

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