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REZO DE LA MISA bienaventurada y gloriosa siempre Virgen Madre de Dios, María, con tus bienaventurados Apóstoles Pedro y Pa– blo, y Andrés, y todos los Santos (se santigua con la pa– tena), danos propicio la paz en nuestros días: para que ayudados con el auxilio de tu misericordia vivamos siem– pre libres de pecado, y seguros de toda perturbación. (Hace genuflexión.) (Parte la hostia en dos mitades.) Por el mismo Se:fíor nuestro Jesucristo Hijo tuyo (de una de las mitades se– para una partícula), que como Dios vive y reina contigo en unidad del Espíritu Santo. Por todos los siglos de los siglos. Amén. La paz + del Señor sea t siempre con + vosotros. Y con tu espíritu. Deja caer la partícula en el cáliz, diciendo: Esta mez. cla y consagración del Cuerpo y Sangre de nuestro Se– ñor Jesucristo, sírvanos a nosotros, cuando la r eciba– mos, para la vida eterna. Amén. (Genufex·ón.) Después, dándose tres golpes de pecho, dice: Cordero de Dios, que quitas los pecados df'l mm1do : ten misericordia de nosotros. Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo : ten misericordia de nosotros. Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: danos la paz. Oh, Señor Jesucristo, que dijiste a tus Apóstoles: La paz os dejo, mi paz os doy: no mires a mis pecados, sino a la fe de tu Iglesia; y dignate pacificarla y aunar~a según tu voluntad, tú que como Dios vives y reinas por todos los sigios de los siglos. Amén. Oh, Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que p:Jr vo– luntad d el Padre, cooperando el Espíritu Santo, con tu muerte diste vida al mundo: por este tu sacrosanto Cuer– po y Sangre, líbrame de todos mis pecados y de todos los d emás males; y haz que esté siempre adherido a tus mandamientos, y no permitas que me separe nunca d e ti, que como Dios vives y reinas con el mismo Dios Pa– dre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén. Oh, Señor Jesucristo, la comunión de tu Cm~rpo, que yo indigno me atrevo a recibir, no me sea motivo fü, juicio y condenación, sino que por tu piedad me apro·– veche para defensa del alma y del cuerpo, y para reci– bir el remedio: Sefíor, que como Dios vives y reinas c_on

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