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Híli NOVENA A LA INMACULADA CONCEPCIÓN calumniaron ante el Emperador, el cual mandó cortar al Damasceno la mano derecha. Su mano fué cortada, es cierto ; pero acudió lleno de confianza a Maria, en cuyo servicio la h abía emple:lclo, y la Virgen, milagrosamente, le:· restituyó su mano. Consagración y oración final, etc., como el clía primero. Día 8 MEDITACIÓN : MIRAME CON COM:PASION ¿Qué quiere el alma con esta petición? Demanda una mirada de la Virgen. Es que, llevada de su carifi.o hacia María, le ha h echo una entrega de todo cuanto tiene; pero precisamente ahm·a, al ponerse tan cerca de la San– tísima y Purísima Virg~n, es cuando h a echado de ver la inconmensurable distancia que hay entre ambos y lo poco que vale su propio don. Sin embargo, como cono– ce lo buena que es, por eso apela a su t ernura bonda– dosa para decirle confiada : «Madre, nada valgo, nada soy, pero por esto precisamente, porque no me puedo valer, acudo a Ti para decirte : «Mírame con compa– sión.» Es todo un homenaje a su bondad maternal. Una persona que no sea la Madre, ante las lacras y miserias humanas, se asquea y retrocede. Para hacerse cargo de todas las vergonzosas :flaquezas de los hombres, tiene que ser una madre, cuyo amor h ace milagros. Y es lo que pasa aquí. El alma se encuentra que repele a todos y, sin embargo, necesita un apoyo en la debilidad, tma luz en la oscuridad, y en el amargor, un poco de dulzura. ¿Dónde lo encontrará? En la Madre Inmaculada, a quien ha ofrendado todo. Así lo r econoce y por eso clama: «Mírame con compasión:» Con eso se nos ha u.bierto una espaciosa puerta de confianza a todos los hombres. No lo olvidemos. En cualquier necesidad o 1;ena, clamemos del fond'.:> del co– razón a la Virgen : «M:irame con compasión.» Meditemos brevemente y pidamos la gracia que desea– mos conseguir. Para mejor obtenerla le dirigiremos las siguiente~ de– precaciones y Avemaiias (como el día primero).
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