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16~ NOVENA A LA INMACULADA CONCEPCIÓN Meditemos brevemente y pidamos la gracia que desea– mos conseguir. Para mejor obtenerla le dirigiremos las siguientes d precaciones y Avemarías (como el día primero). EJEMPLO NUESTRA CONTRIBUCION Es verdad que el dogma de la Inmaculada no es crea– ción particular ni interés de 1ma nación sola; pero no hay duda que hay pueblos que se han adueñado de la gran idea y la han hecho un capítulo más de su misma historia. Tal es lo que ha sucedido en España con la In– maculada. La Inmaculada es algo así como un principio activo metido en su ser y que va teniendo sus reflejos en todas las manifestaciones vitales de la vida nacio– nal. La Ciencia teológica, las diversas ramas del arte, la literatura. la música y hasta el folklore y la guerra lle– van un sello inconfundible concepcionista. La poesía bastaba con que presentara los nombres de Alonso de Bonilla, Cervantes, Góngora, Conde de .Villa– mediana, Moret, Lope, Zorrilla, Gabriel y Galán y más que todos Calderón, cuyos autos no pasan, al menos, sin una alusión a este gran privilegio de María. En escultura tenemos, entre innumerables creacio~es, las bellas obras de Gregorio Hernández, y ese prodigio de Salzillo, joya de Hellín. En pintura, Claudio Coello, la preciosa de Ribera y las conocidísimas y nunca bastante vistas del genial Muri– llo. Nada digamos de la multitud incontable de composi– ciones musicales, de los bellos párrafos oratorios y has– ta de las proezas que ha hecho por la Inmaculada la espada. Por hoy, sintamos el orgullo de raza y propon– gamos no desmerecer por nuestro encendido amor a la Inmaculada al lado de nuestros ferviente antepasados. Consauración y oración final, etc., como el día primero.
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