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150 DÍA 31 El infierno entero se conjuró contra él. de modo que cuantos le asistían se pasma– ron de susto. Parecía como si se le descoyun– tasen lus huesos, el rostro se le hinchaba y se volvía negro, movía con brusquedad y agitación horrible su cabeza, lloraba, sus– piraba . .. Tal era la lucha que sostenía con el enemigo. Se multiplicaban las plegarias de los presentes en su favor, pero el malig– no no cedía en el ataque. Unicamente cuan– do el Santo podía mirar, enternecido, a una imagen de María, parece que la situación se aliviaba un poco, y todos respiraban. Así hubo de ser probado, pero el comba– te terminó ventajosamente para el devoto de María. Bajo la hinchazón, cesaron las convulsiones y la alegría volvió a renacer en el atribulado espíritu. ¡Con qué gratitud contemplaba él ahora la imagen de María! Parece indudable que la Virgen le favo– reció entonces, dejándose ver por su siervo; lo cierto es que San Andrés Avelino hizo una inclinación profunda y reverente de ca– beza, en testimonio de gratitud a esa Ma– dre, que le ayudó en la lucha, y, con la pla– cidez de los santos, entregó su espíritu a Dios por manos de la Virgen sagrada. Oración final , etc., como todos los dfas, pág. 19.
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