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]44: DÍA 30 para una sola necesidad, no; todos y t'n todo momento experimentarán su influen– cia bienhechora. Por eso, todos la aclama– rán como esperanza uníversal. Con sobrada razón, pues, San Antonio le ha aplicado a la Virgen la palabras del Libro de la Sabiduría, donde dice: "Con Ella me vinieron juntamente todos lo:3 bie– nes", de · modo que cada cual puede hacer suyas estas palabras de San Germán: " ¡ Oh, Señora mía! Vos sola sois el consuelo que Dios me ha dado, guía en mi peregrina– ción, fortaleza en mi debilidad , riqueza en mi pobreza, medicina en mis enfermeda– des, alivio en mis dolores. Voís sois la liber– tadora de mis cadenas y la esperanza de mi salvación " . Ella. en frase de San Efrén, es salud cier– ta de los cristianos, socorro de los pecado– res, defensa de los fieles y refugio del mun– do entero. En virtud de esto, sólo nos resta pro– rrumpir en la devota exclamación del ena– morado Blosio: i "Oh, María! ¿Quién ha– brá que no os ame? En las dudas, sois luz; en la tristeza, consuelo, y en los peligros, refugio". ¿Quién, pues, será tan insensato que de– je de recurrir a Ella? Por nuestra parte,

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