BCCCAP00000000000000000000513

CON FLORES A MARÍA 120 ama , no sólo a un San Bernardo, o a un San Francisco o San Buenaventura, sino hasta a los mismos degraciados pecadores. Basta que el pecador sienta un débil de– seo de dejar de pecar, para que María lo acoja y lo abrace cariñosamente. No hay madre, nos dicen los santos, tan solícita por su hijo según la carne, como solícita es nuestra Madre para salvar nuestra alma. Dice San Alfonso que cuando María ad– vierte que un pecador ha incurrido en la des– gracia de Jesucristo, no puede sufrir ver– los enemistados, y no descansa hasta haber logrado, por todos los medios, establecer en– tre los dos la paz. Solamente reclama del desgraciado que comete la culpa una condi– ción: que se quiera enmendar y que, por lo menos, la deje obrar. Aunque haya sido la criatura más abo– minable, aunque tenga más pecados que are– nas el mar, María no se fijará en ellos, sólo atenderá a la disposición de su corazón, y lo recibirá bien. No importa que todo el mundo lo desprecie. " ¡ Oh María , al peca– dor , despreciado de todo el mundo, tú no lo desechas , le estrechas entre tus brazos y no le abandonas hasta verlo reconciliado con Dios" , dice San Buenaventura. 9

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz