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CON FLORES A MARÍA 127 centenares de persortas sanas, pero persegui– das. Todo iba bien, excepto que la casa ve– cina fué destinada a cuartel de milicianos rojos. Enterados de ello los nacionales, el día 2 de noviembre, nuestra gloriosa arti– llería la emprendió con el cuartelíllo, y este fué nuestro gran peligro. No se podía precisar tanto con los obu– ses, qúe no tocaran al edificio colindante, que era nuestro refugio. Así, que, aquel día cayeron entre nosotros, en menos de medía hora, más de dieciocho obuses, que dejaron el Hospital hecho una lástima, hasta el punto de tener que hacer en segui– da el traslado a otro edificio en condiciones. ¿Cómo pintar el espanto de aquel día? Un obús se llevó toda la cubierta de la escalera; otro arrancó un marco del ventanal y lo arrastró hasta mitad del largo pasillo; otro derribó un grueso tabique y rompió por me– dio la cama que tres segundos antes está– bamos arreglando; ni un cristal sano . .. Trasladados todos al sótano, íbamos reci– biendo aquellas oleadas de polvo y aíre di– lído de las explosiones, que no cesaban. Así estuvimos, sin saber qué sería de nos– otros, hasta las cinco de la tarde, en que desapareció el peligro, y pudimos salir a tomar un poco de alimento.

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