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CON FLORES A MARÍA 123 y, desde allí, pudo apreciar que el ejército sitiador les llevaba en número y en pertre– chos incomparable ventaja. Indudablemen– te, sólo un milagro de lo alto podía darles la victoria. Tuvo confianza. Por algo, en la cima del monte, había una capillita de– dicada a la Virgen. El Duque se dirigió a ella y, con toda la fe de su alma, cayó de rodillas, diciendo: "Si Vos, ¡oh Madre de Dios!, me con– cedéis la gracia del triunfo sobre estos nu– merosos enemigos, os prometo levantar aquí mismo un magnífico templo en tes– timonio de gratitud por este favor." La Virgen escuchó su plegaria. Prece– dió una lucha encarnizada, llegando al cuer– po a cuerpo; pero ni un ápice disminuyó la confianza de los turoneses. Como final, les sonrió una victoria incomparable. Yacían en el campo cerca de 40. ooo ene– migos, además de un inmenso botín de guerra. El Duque hizo que se celebrara todos los años con extraordinaria solemnidad es– ta fiesta, puesto que fué en el 7 y 8 de sep– tiembre y, en cumplimiento de su prome– sa, construyó un templo digno de tan se– ñalada merced. Oración h:nal, etc., como todos los días, pág. I 9.

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