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120 DÍA 25 --- ----- cilidad. Jesús seguía, sin inmutarse, su línea de conducta. Por amor vino al mundo, y en medio de un acto espléndido de amor quería salir de él. Nos miraba desde el madero santo de la Cruz y nos veía débiles, mal inclinados y, para colmo de desgracias ,. solos. No se lo consentía su gran corazón. Nos deiaría , como un auxilio poderoso, el re– gazo de su Madre: "Muier. he ahí tu Híio; Hi 10, ahí tienes a tu Madre", y en estas palabras breves nos dió saludable remedio para la orfandad en que quedábamos cuan– do expirara El. María, pues, es constítuída Madre nues– tra. Este es el fundamento primero de su inmenso amor hacia nosotros. Los padres aman a sus hi.ios por verdadera necesidad. "La misma naturaleza - dice San Ambro– sio - infunde hasta en los animJles el amor .a sus crías." /Cuánto más amarán a hi ios las madres? Por eso ha observado alguno aue Dios pone el precepto de que los hi íos honren a sus padres, pero no se lee que hava manda– miento especial para que los padres amen a sus hijos. Lo llevan en su mismo co– razón. Ahora bien: ¿podrá jamás criatura algu-

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