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CON FLORES A MARÍA J03 nunciada. A fuerza de gritos, y con una ame– naza de perder la amistad del César, consi– guió el pueblo vencer al débil Pilatos. Su cobardía lo arrastró hasta la sentencia de muerte: "Irás a la Cruz". Bien enterada la Virgen de cuanto iba sucediendo con su Hijo, al salir Jesús car– gado con la Cruz y en dirección al Calva– rio, su Madre marchó al encuentro, con la esperanza de darle un abrazo antes de mo– rir. Allí lo estuvo esperando, en la esquina de aquella calle por donde había de pasar. ¡Cómo temblaba su alma! ¡Cómo su cora– zón se extremecía de emoción! Por fin lo vió llegar, pálido, sudoroso, lleno de fle– mas, con mil regueros de sangre que surca– ban el rostro amoratado por los golpes... No es para descrita aquella escena de dolor. Están frente a frente. María-mira a Jesús; el Hijo devuelve la mirada a su Medre, No se han podido hablar, pero se lo han dicho todo con la mirada... Sigue Jesús su camino, pero, en aquella calle de Jerusalén, el más intenso dolor que se .puede imaginar ha destrozado su divino Corazón y ha amargado horriblemente el pecho de su bendita Madre. Meditemos brevemente en el doloroso en-

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