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■ vangellzar desde los signos de los tiempos Demasiados errores hemos cometido en este sentido en el pasado. Errores que han sido la causa de tantas aversiones. Se nos recuerda con demasiada frecuencia las veces que la Iglesia fue condescendiente con los abusos de los "amos", a los que a lo sumo se les invitaba a dar por caridad, y con bombos y platillos, lo que tenían que hacer por justicia. En los hemisferios donde la pobreza es el más común de los bienes los pas– tores deben sentirse obligados a poner la mano en las llagas que causan la miseria. Y no sólo fustigando desde el lenguaje que nos es propio, que no raramente desvirtúa la realidad, sino ayudando a que el pobre tome con– ciencia de su postración, reclame legítimamente sus derechos y se prepare para ser también agente de su desarrollo. Estoy convencido de que entre nosotros el P. Armando Jansens, por ejem– plo, ha contribuido mucho más a la liberación desde dentro del pobre con la formación de líderes populares, que han de convertirse luego en agentes concientizadores en su lugar de origen, que muchos de los preciosos docu– mentos que otros hemos hecho llegar a los medios. Nuestro Concilio nos señaló uno de los principales objetivos de la pastoral: "Asu– mirla causa de los excluidos, haciendo oírla voz profética de la Iglesia en su defensa, yfavoreciendo actividadesy proyectos en que los excluidos se constituyan, personal y comunitariamente, en sujetos sociales, culturales y eclesiales" (PPEV, 123). Y este objetivo debe prolongarse con el deseo de "humanizar nuestra socie– dad, denunciando todo lo que atenta contra la dignidad de las personas y lo que relativiza la conciencia moral, y promoviendo los valores evangélicos de justicia y solidaridad" (Id., 124). POL/TICA La política no sólo se ha enfrentado con la religión, sino que se ha querido transformar ella misma en una religión. Desde las ideologías que inspiran a determinados partidos se ha llegado a la conclusión de que el deber de