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111. - LA PASIÓN DE LOS DESAFIOS Hay un renglón que tiene una relación más visible con lo moral, como es el de la corrupción, las palancas, las conchupancias, la compra-venta de con– ciencias, ciertos consorcios y un número infinito de formas de "comisión" que insisten en presentarse como normales y legales. Quienes han propuesto el libre mercado como norma suprema, no han he– cho otra cosa que hipotecar el futuro de la humanidad y obviar por com– pleto el sentido de justicia, de equidad y de igualdad de oportunidades. El mercado privilegia a unos pocos y convierte a todos los demás en simples inquilinos. -Voz de los que no la tienen La Iglesia no puede mirar con indiferencia la explotación del hombre por el hombre, y mucho menos por empresas nacionales, multinacionales y mundiales que carecen totalmente del sentido de la justicia. Ya no se trata tan sólo, como se dijo acertadamente en Medellín, de fustigar a los expoliadores de casa, a los grandes hacendados o empresarios loca– les y a los gobiernos ineptos y corruptos, incapaces de administrar con sentido de eficacia y equidad, sino también a quien se ha apropiado de la varita mágica que obliga a todos a ajustarse los cinturones según indi– quen sus movimientos. Hoy son los grandes consorcios internacionales, a veces sin rostro, los que someten a países y conglomerados humanos a la dependencia. Si en el pasado los regímenes dictatoriales, incluidos los de derechas, han escarnecido a la Iglesia como tal o a determinados representantes suyos por el simple hecho de ponerse al lado de los que no cuentan, defendiendo sus legítimos derechos, hoy lo hacen también algunos resortes mundiales que no toleran la existencia de jueces o árbitros que cuestionen sus atrocidades. Valiéndose de sus poderosísimos medios, denigran de todas las institucio– nes sensibles a las necesidades humanas. Entre las cuales, gracias a Dios, aún figura la Iglesia en la fila de adelante.

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