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111. - LA PASIÓN DE LOS DESAFIOS Hasta los países más desarrollados se ven sacudidos por el problema del paro. Las nuevas generaciones, con frecuencia preparadas muy específica– mente para desarrollar determinadas labores, se ven obligadas a sobrevivir con la ayuda de sus padres o abuelos, ante la imposibilidad de encontrar un puesto de trabajo acorde con su adiestramiento. Desde luego, en los países del tercer mundo (y en ese mapa debemos colo– car a Venezuela) el paro se disfraza muy frecuentemente de ocupación in– formal. Aludimos a regímenes de subsistencia volátiles, inestables, que no les garantizan a los individuos y a las familias ni el sustento cotidiano ni una elemental cobertura de su derecho a la salud, la vivienda y la educación. Una vez más la crisis afecta con dureza a los mancillados de todos los tiem– pos, dejando a flote a los privilegiados de siempre. En los países tecnoló– gicamente más avanzados s~ le hace difícil conseguir trabajo a los menos adiestrados, a los ancianos, los simples obreros y los campesinos. En los subdesarrollados o en vías de desarrollo masas enteras quedan fuera del sistema por la tendencia a organizar la sociedad desde un poder caprichoso. Una manera de gobernar que, lejos de aprovecharse de las destrezas de sus ciudadanos, se aboca a la ideologización y a la dádiva como instrumento que procura la dependencia del Estado y del voto. Nuestros obispos calificaron de "situación de pecado" las injusticias genera– lizadas de América Latina. Ynos invitaban a mirar el rostro de tantos niños, ancianos y jóvenes desamparados, el de obreros esquilmados, campesinos explotados, mujeres burladas e indígenas arrinconados. De muchas mane– ras aludieron a los causantes de semejantes atropellos. En Venezuela no son sólo los empresarios intocables, los latifundistas sin límites y los comerciantes sin escrúpulos los que han puesto en escena este lamentable espectáculo (que nos afea ante la opinión mundial), sino el mis– mo Estado que, siendo el gestor de las divisas obtenidas por rublos tan de– cisivos como el petróleo, se ha reducido a ponerlas al servicio de la politiza– ción y las ambiciones de determinados lobbys.
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