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111. - LA PASIÓN DE lOS DESAFIOS tegias con el fin de conseguir una autonomía tan radical que puede dejar sin raíces y sin identidad. Los pastoralistas más avispados piden a la Iglesia que tenga la firmeza ne– cesaria para afrontar tres grandes retos: en el caso de la "misión cristiana" se trata de dar con los medios más eficaces para que la Iglesia, a quien con– sideramos sacramento del Reino, lo pueda hacer visible en la debilidad del presente; teniendo en cuenta la "nueva misión" es preciso preguntarse qué significa para el mundo de hoy eso de Iglesia una, santa, católica y apostó– lica, para que, sin dejar de ser la que tiene que ser, sea comprensible para el hombre; para que la "nueva misión" deje traslucir con facilidad lo divino, el Reino de Dios, es necesario transformar los corazones, pero también vapu– lear las estructuras y las instituciones para que respondan a las necesidades que están sobre la mesa y no se empeñen en seguir defendiendo hechos o situaciones que hace tiempo que dejaron de tener sentido o de expresar algo que sea digerido con facilidad en nuestros días. Estamos de acuerdo en que "la Iglesia existe para evangelizar", como recal– có la Evangelii Nuntiandi. Esta identidad misionera, la obliga a preguntarse sobre el modo más adecuado para definirse. G. Faus nos adelantó que "la re– proyección de la misión parece hoy tener que atinar hacia dos directrices prin– cipales de acción: encarnar el Evangelio en el corazón de las culturas y, a partir de ahí, participar en la conquista de las grandes aspiraciones de la humanidad. La misión de la Iglesia no es formar seres humanos del establishement, fun– cionarios de Dios, sino seguidores de Jesús, bajo el dinamismo del Espíritu y comprometidos con su Reino". La verdad es que todavía hay muchos pastores que consideran que es el mundo el que tiene que someterse sin más a las directrices de la Iglesia, que se proponen como indubitables, intocables y acaparadoras de toda la verdad, y no la Iglesia la que debe meterse en ese mundo, conocer sus legítimas aspiraciones y avances e iluminarlo humildemente con la luz del Evangelio.
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