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V8000liZ8r desde los signos de los tiempos tiana fueron en tiempos tan prósperos y capaces de dar origen a comunidades de fe viva y productiva, se encuentran hoy sujetos a nueva prueba, y a veces hasta son realmente transformados por la continua difusión del indiferentis– mo, del secularismo y del ateísmo" (CH L. 34). Teniendo en cuenta que el mundo occidental se ha ido secularizando, des– magizando y desreligiosizando, al decir de Klopenburg, la misión evangeli– zadora de la Iglesia ha de consistir básicamente en: llevar la santificación al mundo desacralizado para que no se profane; lograr que el mundo desmitificado no pierda el sentido del símbolo y se quede en lo racional; sabiendo que es necesario aceptar la separación entre magia y sen– tido religioso de la vida, se ha de insistir en que el hombre no se quede en lo material y mucho menos que se materialice él mismo; la fe debe llegar al hombre al q~e se le priva de la religión, a fin de que no entienda que laicizarse es igual a perder todo sentido de trascendencia¡ el ser humano puede cosificarse si pierde el sentido de la intros– pección, por lo que hay que ayudarle a descubrir la riqueza de la interioridad¡ el amor es presentado con frecuencia como simple placer momen– táneo, como desahogo o catarsis, cuyo único objetivo es paliar la soledad que habitualmente acompaña a los nuevos ciudadanos de la "aldea secularista" que se ha ido levantando. La nueva evangeli– zación ha de insistir en el amor gratuito, creativo, de entrega, acep– tación y solidaridad. Torres Oueiruga nos ha dicho que "el coraje de renovarse es la única garantía de futuro". Efecti~amente, no hemos sido invitados por el Maestro a con– tentar a los nostálgicos, sino a acompañar a quienes forzosamente se ven envueltos en la vorágine de un mundo "conducido" desde parámetros que a veces confunden, cambian, inventan y fantasean, y otras planifican estra-
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