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111. · IA PASIÓN DI LOS DISAIIOS ■ que la ciencia se maneja desde unas "éticas" diversas y a veces antagónicas. Recientemente la Congregación para la Doctrina de la Fe, en un documento dado a conocer como Donum vitae, llegó a decir que "la ciencia sin concien– cia no conduce sino a la ruina del hombre". Durante s_iglos se ha acudido a la religión para conjurar ciertos males que en nuestros días son ventilados por la ciencia y la tecnología. No es raro encontrarse con recomendaciones episcopales desde las que se insistía en la oración y la penitencia para evitar terremotos, pestes e inundaciones. Las primeras aeronaves que cruzaron el espacio fueron bendecidas para que lle– gasen sin tropiezos a su destino. Por eso cuando sucedía alguna desgracia se le reclamaba a Dios y no a los negligentes expertos que habían obviado las necesarias revisiones. Esta manía de rociarlo todo con agua bendita, que contentó a muchas ge– neraciones ingenuas, se ha venido a transformar ahora en un argumento para desprestigiar, sin más, la eficacia misma de la oración. Son muchos los cristianos que consideran que los seguros suplen perfectamente a la provi– dencia, el progreso a la escatología, la filantropía a la caridad, la solidaridad a la fraternidad, el sicólogo al confesor, la televisión a la introspección, el internet y los teléfonos portátiles al encuentro personal con el otro ... Sí, el mundo que nos rodea, tan aturdido por la injusticia, la violencia, la invitación a la superficialidad, necesita alma. El problema radica en la ope– ración que ha de llevarse a cabo para infundírsela. Pienso que al menos es imprescindible, para empezar, apearse de determinados esquemas, miedos y prejuicios. Se supone que el Creador sigue presente en estas nuevas cria– turas, aunque pudieran parecernos monstruosas. También ellas son especial objeto de la predilección divina. Ningún padre se aparta de sus hijos por el simple hecho de que evolucionen de diferente modo al suyo. La Iglesia no puede deshacerse de algunos "antecedentes" lamentables. Al– guien ha sintetizado esa pugna entre ella y la ciencia en breves enunciados.

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