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111. • LA PASIÓN DE LOS DESAFIOS cambios vertiginosos y profundos se extienden por todo el mundo y ejercen un influjo decisivo sobre el hombre, las culturas, las costum– bres, el pensamiento y las creencias, la vida moral y religiosa¡ ciencias como la sicología y la sociología han vuelto más inseguro e incierto al hombre, dejándole con frecuencia a la intemperie¡ a muchos les resulta difícil la tarea de conjugar los valores de siem– pre con las nuevas proposiciones. Las culturas tienen que enfren– tarse al desafío de la tecnología, que llega a vapulear la convivencia social desde los poderosos medios de comunicación. Las relaciones humanas son cada vez más interdependientes¡ esta nueva visión del hombre, de la sociedad, de las culturas, con– duce al cuestionamiento de conductas observadas durante siglos. El mismo hecho de querer purificar a las instituciones y credos re– ligiosos de todo lo que se considera no esencial, lleva a muchos al desconcierto. "La negación de Dios o de las religiones, ya no es, como en el pasado, un hecho insólito e individual. Tales actitudes son pre– sentadas, no pocas veces, como exigencias del progreso científico y de un cierto humanismo", afirma Klopenburg¡ la negación de Dios no se da sólo desde los conceptos filosóficos. En la calle, en las tabernas, son muchos los que se atreven a blasfemar contra Él y a ridiculizar a quienes creen. Aveces este escarnecimien– to es orquestado desde la penumbra por ideologías y estrategias políticas absolutamente laicistas¡ la Iglesia es vista como un freno que se opone a la felicidad del hombre; ante la conciencia del hombre se enfrenta la tendencia hacia la bús– queda de la armonía y lo trascendente con la tentación a dejarse lle– var por un pragmatismo incuestionable, que le satisface hoy y que le prohíbe mirar al mañana y hacia "lo más allá"; las nuevas políticas de izquierdas relacionan a las de derechas con la Iglesia, catalogando a ambas de opresoras, cerriles y opuestas al progreso y la felicidad. Lo preexistente, sobre todo en el orden mo– ral, tiene que ser destruido¡
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