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IIL-IA PASION DEIOS DISAIIOS ■ Los nuevos evangelizadores no deben formarse tan sólo para ser teológi– camente ortodoxos, sino también para el manejo y conocimiento de las ex– presiones cambiantes de la cultura, que no se van a detener y que van a in– fluenciar todas las decisiones humanas. Y esta instrucción o entrenamiento no hace referencia únicamente a la destreza con la que puedan manejar los instrumentos de la nueva tecnología, sino a la capacidad de discernimiento e introspección de ese mundo, de forma que puedan asimilarlo y servirse de él para descubrir la presencia del Espíritu. Después de tantos años de ejercer el ministerio, estrechamente ligado a los medios y a la cultura moderna y postmoderna, me acepto como incom– petente para entender ese contexto en el que se ven envueltas las nuevas generaciones. Sé que también a ellas debo anunciarles la Buena Nueva. En– tiendo que la necesitan urgentemente para no terminar siendo simplemen– te un objeto del tecnicismo, la publicidad y la inmediatez. Sin embargo, no acierto a "comprender" su entorno. Sin duda alguna, porque nací, crecí y fui formado en otro muy diferente. He de hacer un esfuerzo soberano y sacrifi– cado para ponerme a su alcance. El testimonio, la relación personal con Jesús, la adhesión consciente a la Iglesia, la pasión apostólica son, ciertamente, imprescindibles. No todo puede reducirse a lo estratégico. No somos vendedores de baratijas ni de programas encaminados a conseguir el exitismo, el poder y el dominio. Pero los instrumentos, el lenguaje, los gestos, la forma de acercarse al nuevo en– torno son también decisivos. De nada nos valdría vociferar las verdades más esenciales desde intereses, ángulos o expresiones que les dicen muy poco a los oyentes. O si juzgamos a todos errados y, por lo tanto, nos erigimos en maestros indiscutibles de la verdad. Tomemos en serio lo que el Concilio nos sugirió para lograr una verda– dera inculturación del mensaje cristiano: "La Iglesia no pretende imponer una rígida uniformidad en aquello que no afecta a la fe o al bien de toda la comunidad, ni siquiera en la liturgia¡ por el contrario, respeta y promueve

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