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V8Dgelizar desde los signos de los tiempos Hay que dejar a un lado el miedo y la cobardía. No parece lógico que aque– llos que alardean de su increencia, manifestando con ira su aversión a todo fenómeno religioso, lo hagan con más desparpajo que quienes están llama– dos a dar razón de su fe. Reconocer los errores no es abandonar el cam– po de batalla, sino entrar de lleno en él sin prejuicios. Muy oportunamente nos avisó Juan Pablo 11: "La Iglesia no puede atravesar el umbral del nuevo milenio sin animar a sus hijos a purificarse, en el arrepentimiento, de errores, infidelidades, incoherencias y lentitudes. Reconocer los fracasos de ayer es un acto de lealtad y valentía que nos ayudará a reforzar nuestra fe, haciéndonos capaces y dispuestos para afrontar las tentaciones y las dificultades de hoy" (TMA, 33). No nos serán mayormente útiles aquellos que insisten en proceder des– de la prepotencia, la intolerancia y el rechazo a lo que con demasia– da ligereza consideran "pecado". Christa Godínez nos lo dice con toda crudeza:"El testigo, el misionero o misionera, es un colaborador. No va a imponerse al lugar al que llega, sino a incorporarse con respeto y venera– ción a una comunidad y a ponerse al servicio de lo que el Espíritu ha hecho y quiere hacer en la comunidad cristiana o en comunidades que no han oído hablar del cristianismo, pero en las que el Espíritu ha estado presente. El misionero es así un doble testigo: por un lado, da testimonio del Evangelio en el que cree y, por otro, es testigo de lo que el Espíritu ha hecho en otros pueblos y culturas". Pero tampoco nos sirven de mucho los que se acomplejan y se refugian en la complacencia que encuentran en los iniciados. Cuando el evangelizador, el agente de pastoral, el sacerdote, el religioso(a) se aferran a vanidades personales, al acomodo, a ir pasando sin desairar a nadie, pronto dejarán de encontrarle un objetivo de peso a su misma vocación. Creo que Dios sigue pensando que el mundo y cuanto contiene es "bueno". El hecho de que momentáneamente los hombres y su a veces ciega sabidu– ría lo descodifiquen no significa que no siga presente la pureza desde la que
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