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• V8J1!1Bllzar desde los signos de los tiempos han empeñado en ridiculizar las creencias que proclama la Iglesia Católica. Sin pretenderlo, han ido logrando que ésta tome conciencia de sus "errores" y abra los ojos a las interpelaciones de que es objeto. En el hemisferio latinoamericano todavía se puede apreciar una estrecha relación entre la Iglesia y el pueblo. Los ciudadanos aluden constantemente a los paradigmas cristianos y expresan su confianza en la Providencia. Tal actitud debemos asumirla, en parte, como respuesta a una evangelización que, pese a sus deficiencias y hasta desviaciones, no dejó de preocuparse por la situación concreta de los fieles, atendiendo a su promoción humana y velando por sus derechos. Pero lo que aparece como una saludable y gratificante familiaridad con lo sagrado y hasta lo eclesial pudiera ser rápidamente vapuleado por los po– derosos medios de "desinformación", apadrinados por intereses políticos y económicos. El tacto y la rectitud con que ahora nos dirijamos a los creyen– tes puede ser clave para la aceptación o la repulsa. Aprendamos la lección del llamado primer mundo. Muchos de los que sueltan toda clase de impro– perios contra la Iglesia y sus pastores, no dejan de aludir a gestos y actitudes que justifican su rechazo. Recuerdan un pasado eclesiástico de prepotencia, en el que se abusó de una cierta autoridad para imponer criterios, despre– ciar al oponente y hasta para dar rienda suelta a jueces sin sentimientos. Si queremos vernos libres de las más obscenas burlas en un futuro próximo tendremos que aprender a dialogar con la ciencia y la técnica sin prejuicios. Hemos de entender que quienes abogan por un secularismo, dañino a la larga para ellos mismos, no por eso dejan de ser también objeto de nuestra evangelización. Nos ponen ante los ojos signos de los tiempos que debemos conocer y discernir. Esas "tentaciones y peligros" que acechan a los hombres de nuestro tiem– po desde la globalización, el secularismo, el laicismo y una desacraliza– ción enfadada, no llegarán a ser demoledores si los acompañamos desde
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