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11.- El SIGLO DE LAS PREGUNTAS YLAS DUDAS da pena citar un párrafo del Kempis, pero es necesario para entender lo que deseo decir: "Miseria es vivir sobre la tierra ... Puesto que el comery el beber, el velar y el dormir, el descansar y el trabajar, en suma, el estar sujeto a las de– más necesidades que le impone la naturaleza, constituye en verdad una gran miseria y afición para el hombre piadoso". ¿Es que lo creado por Dios ya no es "bueno", como Él mismo lo definió al verlo?. Ni los creyentes somos tan trogloditas e ignorantes como nos apre– cian los "secularistas", ni estos están fuera del plan de salvación divino, como sentencian algunos. El diálogo propuesto por el Papa sería el principio de un buen estado de salud para todos. -Y, sin embargo, época de posibilidades No tenemos por qué avergonzarnos del proceso misionero que la Iglesia ha llevado a cabo desde sus inicios. Ni siquiera del que, con la mejor buena vo– luntad, se impuso en los períodos más sombríos de la historia. Las equivoca– ciones y los errores deben ser juzgados en el contexto en el que sucedieron y no desde las categorías que hemos ido acuñando. Sin dejar de soslayar convenientemente que la "misión" como anuncio y testimonio del Evangelio sigue siendo lo esencial, hemos de salir en busca de los nuevos modos y medios para ponerla en práctica. En el Informe que el CELAM nos proporcionó en el 2000 se dice:"En la época presente de transi– ción se hace necesario tener la vista puesta en el futuro, porque toda transición es época de posibilidades, pero sin garantía de rumbo ni una automática me– joría de la condición humana. Por consiguiente, hace falta una pastoral pro– positiva. En este contexto, la misión de la Iglesia es insustituible por la riqueza salvífica del mensaje evangélico del que es portadora, debido a su significado social en nuestros días". En algunos países occidentales han llegado a la palestra ideologías y perso– najes que, lejos de aprender de las equivocaciones de sus predecesores, se