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■ vangellmr desde los signos de los tiempos ¿Existe la posibilidad de atribuirle a la política, la patria, la ciencia y la huma– nidad la necesaria autonomía, sin que por ello lleguen a considerarse objeto de adoración? "La clave, la apunta Bonhofer, está en articular correctamente las relaciones entre Dios y el hombre. En un mundo que ha alcanzado su ma– yoría de edad, tenemos que renunciar a servirnos de Dios como "tapagujeros" de nuestras ignorancias e impotencias. Pero sin dejar por ello de apoyarnos íntimamente en Dios". Dios no está fuera del hombre. También se sumerge en todas sus acciones. De tal manera que el Concilio se ha atrevido a decir que "las victorias del hombre son signo de la grandeza de Dios y consecuencia de su inevitable des– tino" (GS, 34). Si de verdad queremos interferir saludablemente en la vida de este sujeto desacralizado y sanamente secularizado, tendremos que sacar a Dios de los compromisos en que lo hemos metido, para atribuirle el papel que desea mantener en su relación con el hombre y el mundo. Dios es la Fuerza de nuestra fuerza y no la Fuerza de nuestra debilidad. Cuando muchas ideolo– gías consideran que la religión que hemos impartido en los países tradicio– nalmente cristianos se opone a un progreso justo y necesario, no debemos negarles sin más la razón, al menos mucho de razón. Si Dios actúa "desde dentro de nosotros" debemos concluir que no sólo no rehúye el quehacer humano, sino que se revela y es eficaz a través del "ha– cer de la criatura". Esta presencia "en el interior" del ser humano es la que, tras todos los intentos que se han llevado a cabo para "matar" a Dios o cuan– do menos arrancarlo del corazón del hombre, han terminado fracasando. Como decía A. Schokel: "El hombre es creado para vivir. Y para morir. Y para VIVIR. Tal es el ritmo cristiano de la existencia: vivir-morir-VIVIR. Quitad la ter– cera pieza y la vida es un atroz tormento". En medio de un contexto en el que tantos se esfuerzan de nuevo en suplan– tar a Dios por diversos ídolos, y las creencias por nuevos ritos y esparcimien-