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11.- El SIGLO DE LAS PREGUNTAS YLAS DUDAS primer momento salir airosos de la fusta se nos presentan a la larga como los más perjudicados. Queda en ellos un vacío que parece imposible llenar. Un avispado periodista, Carlos Nada!, describía muy gráficamente las con– secuencias de una acepción de la vida desde la tendencia a idolatrar lo que en sí mismo es relativo y hasta pasajero. "El siglo XX ha sido la puesta en práctica en proporciones gigantescas, con frecuencia despiadadas, de la vo– luntad demiúrgica decimonónica. Las ideologías del siglo XIX abrieron cauces visionarios o prácticos que en el siglo XX han desencadenado una fenomenal liberación de energías. A veces atrozmente negativas, terminadas en trágica explosión o en rápida imposición desconcertante. Otras en forma de creativi– dad que han cambiado la faz del mundo. Lo que es evidente es que se cierra un extraordinario ciclo de dos siglos en los cuales la historia en trepidación por la creencia de que había que domarla y conducirla a voluntad, se encarnaba en líderes idolatrados, en símbolos magnificados, en estímulos y lemas moviliza– dores con la máxima tensión de todos los recursos humanos. Con el siglo XXI entramos en terreno desconocido. Ya no hay tierras prometidas y nos sentimos inmersos en técnicas de mundialización que nos potencian y diluyen a la vez"- -Una fugacidad empobrecedora Los nuevos ídolos son fugaces. Triunfan abrumadoramente hoy y se escu– rren mañana. Como los cantantes que son exaltados por unos meses y ol– vidados luego. O como los políticos que se moldean en los talleres del mar– keting, apoderándose de las masas a causa de un embobamiento que los termina anulando. O como el periodista u opinador de oficio que sólo es valorado cuando desde sus menudencias e incluso insidias arranca aplausos a la galería. O como aquel que, teniendo una orientación sexual peculiar, se atreve a salir del armario aparatosamente para ver cómo más tarde no puede romper los esquemas que le sofocan. En definitiva, en medio de un universo en el que quienes lo habitan se ven obligados a un insoportable anonimato, se procura el éxito con desenfreno.