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1.-CAMBID DEEPOCA Para llegar al Paraíso "de arriba" se exigía rectitud, sobriedad y esfuerzo en esta vida. Para conquistar el "de abajo", que aspira a alargar la vida, a darle más calidad y a pasar el tiempo sin depresiones, el hombre debe someterse a dietas, a no fumar, a hacer ejercicios controlados, a no exaltarse, a obse– sionarse con el médico y las medicinas, a guardar la línea, a vivir en soledad. "Nunca como en nuestra época los hombres se habían mostrado tan dispues– tos a aceptar tantas renuncias a cambio de una hipotética prolongación de la vida¡ señal inequívoca de que su desesperación es más angustiosa", concluye el periodista. La ciencia nos dice que para afirmar la libertad del hombre hay que negar la existencia de Dios. La fe nos dice que si no hay Dios vana es toda libertad, puesto que sólo Dios la hace posible. He aquí el dilema de nuestro tiempo. Muchos se esfuerzan en convencernos de que la dicha del hombre depende de la muerte de Dios. Los cristianos creemos que la muerte de su Hijo en la Cruz es la que nos ha devuelto el verdadero sentido de la vida. El empuje de la nueva evangelización tiene que aferrarse al convencimien– to de que Cristo ha cumplido la voluntad del Padre, murió para salvar a los hombres, abrió la vida a lo eterno y nos dio la posibilidad de vencer a la muerte. Al hombre "desesperado" de nuestros días, cada minuto más cerca de la soledad y el desamparo, le agradará oír esta historia. Hagámosle caso "ad pedem literae" a Benedicto XVI cuando nos pide sere– nidad y confianza frente a la cultura adveniente: "Si son numerosos los desa– fíos que enfrenta la evangelización en nuestra época, también son numerosos los signos de esperanza que en todas partes del mundo testimonian una esti– mulante vitalidad misionera del pueblo cristiano. Y, sobre todo, es necesario que nunca se pierda la conciencia de que el Señor, antes de dejar a lós discípu– los para ir al cielo, al enviarlos a anunciar el Evangelio a todos los rincones del mundo, les aseguró: "He aquí que estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mt. 28 1 20).

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