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11 V8DUOliZ8F desde los signos de los tiempos Si Jesús no hubiese atado su Misión a la Voluntad del Padre, también la hu– biese interrumpido ante la insidia, el ataque despiadado, la crítica insana de quienes le incordiaban gratuitamente. Al descubrir la Voluntad de Dios en el devenir de cada día, permitió que el Espíritu culminase con éxito el "plan". Puebla fue un instante providencial que nos enseñó a leer los signos de los tiempos. Y que no dudó en pedirnos humildad a la hora de acercarnos a la historia que no se detiene y a los hombres que en ella se afanan. "Siempre sometidas a nuevos desarrollos, interpretación y encuentros recíprocos, las culturas pasan, en su proceso histórico, por períodos en los que se ven desa– fiadas por nuevos valores o desvalores y por la necesidad de realización de nuevas síntesis vitales. En estos períodos la Iglesia se siente llamada a estar presente con el Evangelio, particularmente en las fases en que decaen y mue– ren viejas formas, según las cuales el hombre organizó sus valores y su convi– vencia, para dar lugar a síntesis nuevas. Es mejor analizar las nuevas formas recién nacidas, y no cuando ya nacieron y se establecieron. Es este el desafío global que la Iglesia enfrenta en estos momentos, ya que se puede hablar con razón de una nueva época de la historia humana. Por eso la Iglesia procura dar nuevo impulso a la evangelización en nuestro Continente 11 (Puebla, 393). -Echar mano del entorno La Iglesia, al comienzo de la predicación, se encontró con un mundo orga– nizado del cual tomó fórmulas, adoptó costumbres, plasmó ritos que se transformaron en precioso instrumento para penetrar las culturas con las semillas del Evangelio. La cultura adveniente ha trastocado todos los cá– nones conocidos y desafía a la misma racionalidad. Sólo descifrándola sin escándalos ni prevenciones podremos penetrarla y tal vez ser entendidos. El decreto Ad Gentes nos sugiere algunas pautas para encarar la situación: "Como Cristo, por su encarnación, se ligó a las condiciones sociales y culturales de los hombres con quienes convivió, así debe la Iglesia insertarse en todas las culturas para que a todos pueda ofrecer el misterio de la salvación y la vida traída por Dios" (A G, 10). 1111
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