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VallUBlizar desde los signos de los tiempos cercanía con las personas y los ciudadanos de a pie, llegó a la conclusión de que había que superar a los "profetas de calamidades" y dejar atrás una Igle– sia que parecía más satisfecha condenando que invitando a la salvación. "En el fondo, nos asegura Brighenti, esas personas no aceptaban la historia ni toleraban su radical ambigüedad. Por eso, al entender del papa, debería convocarse un concilio que promoviese el "aggiornamento" de la Iglesia y su reconciliación con el mundo moderno. No tenía sentido seguir combatiendo valores como emancipación, libertad, democracia, fraternidad, si eran valores evangélicos. Ya era hora de replantear el lugar de la Iglesia en el mundo: ni sobre ni bajo el mundo, sino precisamente insertada en el seno de la sociedad, en una actitud de diálogo, servicio y cooperación". Hay que decir que la oposición que el Concilio tuvo que enfrentar desde el principio no provino de las ideas y las convicciones, sino de hábitos invete– rados en el interior de la misma Iglesia. Aferrados a ellos muchos se resistían a salir de la comodidad, de la rutina y de un enclosamiento que producía estabilidad a costa de ignorar lo que en realidad estaba pasando afuera. También en nuestros días podemos apreciar esa sensación. Cuando cristia– nos tan lúcidos como el cardenal Martini han pensado en la necesidad de convocar de nuevo un concilio, muchos se le encaran, pidiéndole que deje las cosas como están. Por apatía o comodidad fingen no haberse percatado del cambio de época que se ha producido en los últimos treinta años. El Concilio ha entrado en crisis por no haber sido correctamente interpreta– do en algunos casos, por no tenerse en cuenta en otros y por considerar que muchas de sus apreciaciones nada tienen que ofrecerle al mundo de hoy. Esta crisis no ha dejado de producirse con frecuencia en forma de tensión. Nos atrevemos a aglutinarla en tres posiciones diferentes: Para unos el Con– cilio supuso una traición a la verdadera tradición (antivaticanidad); para otros tanto la tradición anterior al Concilio como la propuesta por él resultan des-