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!.-CAMBIO DE EPOCA nismo sólo será aceptado por esta nueva "racionalidad" en tanto en cuanto demuestre ser "útil". El espectro político ha dado carta de ciudadanía a los extremismos. En un mundo inimaginable el día "después", y totalmente complejo, surgen movi– mientos fanáticos, intolerantes y cerrados, que van desde el más simple de los populismos hasta la más sofisticada "democracia laica". A su lado crecen otros ligeros de equipaje, que se niegan a sopesar las con– secuencias de la falta de análisis y racionalización de la conducta y la con– vivencia humanas. Prefieren disfrutar "ahora mismo" de la golosina que tienen entre manos, evitando así la incomodidad que supone ver en con– junto la historia y la vida. Esta no difiere demasiado de la de cualquier otro "animal". Lo único que parece saberse de ella es que es breve, que no tiene ningún destino más allá del presente y que hay que "gozarla". Económicamente, la globalización y el neoliberalismo, que atraviesan cuer– pos, mentes y culturas 1 someten a todos los pueblos a la zozobra 1 dejando a unos desde el principio en el desamparo, y a los que privilegia hoy sin la seguridad de obtener el mismo mimo el día de mañana. La última crisis eco– nómica que nos ha empobrecido y desesperanzado un poco más a todos debería obligarnos a reformular planes y a entender que, por encima de las simples estrategias económicas, está el complejo ser humano. La "relativi– zación" por un lado y la invitación a la picardía por otro, han permitido a los gerentes del mercado jugar con la dignidad y el futuro de todos. Los estra– tegas e ideólogos que más abiertamente han propulsado la "amoralidad" lamentan ahora las consecuencias. Esta nueva concepción "de todo" acorrala radicalmente a la fe cristiana. Al ser también ella juzgada desde el parámetro de lo útil y lo palpable, y no desde lo necesario, se ve precisada a insistir, sin fanatismos 1 pero también sin complejos, en esa "ulterioridad" a la que aspira el ser humano, que pier– de demasiado cuando es apartado de su alcance.