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V8DUOliZ8r desde los signos de los tiempos conclusión de que en todo tiempo y lugar se puede ser discípulo y profeta, útil y necesario. Siempre que el contacto vivo con el Maestro le lleve a uno a mirar al prójimo "compasivamente". Para resucitar también Él tuvo que morir primero, como el grano de trigo. Desde mi recatado rincón ya no envidio a nadie y por eso me prestan hasta los detalles. Las aversiones de que he podido ser objeto de parte de alguno que otro, lejos de encabritarme, me han obligado a orar por su esfuerzo in– útil. Creo que al final sólo queda uno con el Maestro, vencedor de la muerte y, bajo su manto, aquellos a los que en algo hemos apoyado. Alois Mora nos ha asegurado que "esta fe en el Resucitado se llama fe pas– cual. Es la fe verdaderamente cristiana. Por eso toda reflexión sobre Jesucristo y sobre la vida cristiana debería comenzar desde la fe pascual". Si nos parece que no hay pesca en el lago, como les sucedió a los discípulos, es porque la mayor parte de las veces lanzamos las redes en nombre propio, y no en el de Jesús. En ese lago del mundo, que es en el que habitan a punto de ahogarse millones de seres humanos, es donde debemos hacernos pre– sentes para ofrecerles la barca que lleva a buen puerto. Siempre que permi– tamos a Cristo hacer el oficio de timonel. En realidad, la Iglesia por la que luchamos no nos pertenece, ni siquiera los dones que ha tenido a bien dispensarnos el Creador. Todo debe ser todo en Cristo. Si comprendiéramos esto jamás caeríamos en el desánimo, la prepo– tencia o la sensación de nos servir casi para nada. -Que nada nos turbe El desafío consiste en presentar a un Jesús a quien reconocemos como la re– velación de Dios, como el rostro visible del Padre, a un mundo que empieza a dudar de toda trascendencia y que, sin embargo, pareciera no encontrarle sentido a la vida sin ella.
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