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1.-CAMBIO DE EPOCA -CAMBIO DE EPOCA e uno a los que están seriamente preocupados viendo cómo la Iglesia se empeña en responder a preguntas que nadie le formu– la, quedándose nuevamente a la puerta de las grandes decisiones. Demasiadas veces ha llegado puntualmente tarde a la cita para que cometa de nuevo el mismo error. Acostumbrada a pergeñar definiciones contundentes y sobre confiictos y temas dispares, puede no adver– tir las constantes transformaciones que se aglomeran a su alrededor. No estamos muy acostumbrados los creyentes en general, y muy especial– mente los que se desempeñan como pastores del pueblo de Dios, a obser– var sin prejuicios y sin disculpas, lo que acaece en torno a los fieles de a pie. Se comienza pensando que en realidad nada nuevo hay bajo el sol, para ter– minar echando mano de las "respuestas omnisapientes", que al igual que las medicinas genéricas casi nunca sirven para nada. Podemos correr el riesgo de cerrarnos sobre nosotros mismos, aglutinados en un "gueto" de "iniciados" que no están dispuestos a ceder un ápice en sus proposiciones, por nimias que sean. En medio de un universo que empieza a dudar de casi todo, a veces para reformularlo muy razonablemente, nos es– forzamos en convertir en indudables e ininterpelables muchas de nuestras simples tradiciones y costumbres. Sin embargo, la historia no se detiene porque nosotros se lo ordenemos. Está hecha para seguir indefectiblemente su curso, que en las últimas déca– das se transforma tan vertiginosamente que se cumple al pie de la letra lo que afirmaba el controvertido Galea no: "Cuando teníamos todas las respues– tas, nos cambiaron las preguntas".