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V8DUBlizar desde los signos de los tiempos cia" de muchos bautizados. Siendo practicantes desde pequeños, asistiendo a la Eucaristía dominical asiduamente, oyendo miles de homilías y exhortacio– nes, ignoran por qué Cristo murió en la Cruz y dudan seriamente de la Resurrec– ción. ¿No habrán regado fuera de mata aquellos que, habiendo sido llamados a transmitir la fe y fecundarla, se han limitado a recitarla de memoria?. La tarea urgente de la pastoral y la catequesis no puede ser otra que la de poner en contacto directo y personal a los fieles con Cristo. Desde ese en– cuentro madurarán lo necesario para ofrecerle al mundo una imagen acep– table de la Iglesia. La literatura, el cine, la televisión y la opinión pública se ceban con demasia– da frecuencia con ella. Le atribuyen horrendas barbaridades por no ser fiel al nombre, la doctrina y la persona de Jesús, que les merece un profundo respeto o, cuando menos, un significativo silencio. "Jesús, ha dicho F. Martínez, ha sido objeto de admiración y seguimiento para unas personas, y ha sido objeto de rechazo 1 mofa y persecución para otras. Pero nadie quedó indiferente ante su persona y su mensaje". Franz Kafka se expresó admirablemente de Jesús: "Es un abismo lleno de luz. Hay que cerrar los ojos para no despeñarse". Mahatma Gandhi se sintió especialmente conmovido con el Sermón de la Montaña, y R. Tagore acusó a los cristianos de interpretar caprichosamente aCristo. "Hay que hacer todo lo posible, dijo, para liberar a Cristo de las manos sectarias de los cristianos". Muchos judíos han querido rescatar la figura del Maestro. Martín Buber ha confesado que, desde niño, ha considerado a Jesús como "su hermano ma– yor", y otro pensador hebreo, Chorin, ha pedido su repatriación, recono– ciendo el empecinamiento de su pueblo en execrarlo, y la reacción de los cristianos al fomentar el antisemitismo. Algunos ateos se han sorprendido al leer el Evangelio y encontrarse con la persona viva de Cristo. M. Machovec llegó a escribir un libro titulado "Jesús lfti