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IV. - ANUNCIAR AL JESÚS OH EVANGELIO y su misma vida 1 son como la suave brisa en la que encontró el profeta la presen– cia de Dios y que no se detuvo hasta que la puso a disposición de los demás". - Tenían la mirada puesta en Él Cuando el Concilio habló de "volver a las fuentes" invitaba a regresar las pisadas de la Iglesia y de los fieles a sus orígenes. La primitiva comunidad cristiana tiene muchas lecciones que darnos en este sentido. Los bautizados y quienes habían sido llamados a confirmar la fe de sus hermanos, lejos de atenerse a leyes rígidas en la celebración de los misterios de la fe y en sus relaciones con los otros, partían de su sentido de pertenencia a una comu– nidad de hermanos, que expresaban sus sentimientos con espontaneidad, singularizándose sólo por el servicio que cada uno prestaba al resto. El cristiano es, ante todo, un discípulo de Jesús, un seguidor de Jesús. Ninguna otra adhesión tiene sentido si no es Cristo el que invita y el bautizado el que responde. El hecho de pertenecer a la Iglesia es una consecuencia de esa pri– mera aceptación, encariñamiento, conocimiento e imitación de Jesús. Leyendo en clave evangélica la vida misma y los acontecimientos cotidia– nos, el cristiano del común puede llegar a entender perfectamente el lugar que debe ocupar en el mundo. Si se le lleva a este contacto personal con el Maestro puede ser capaz, incluso, de pedirle a la Iglesia que ocupe también el que le corresponde. El secularismo y el positivismo han encontrado un sabroso caldo de cultivo en tantos creyentes vapuleados por predicadores y doctrinas que, en vez de familiarizarles con el Nazareno, les han complicado la vida desde las nor– mas, las leyes, las observaciones, los prejuicios y el rigorismo de una moral que hace tiempo dejó de ser verdaderamente cristiana. Esa predicación formal, casuística, rígida 1 no ha llevado a los fieles a dar razón de su fe, sino a asumirla desde el rito y la rutina. No es de extrañar que, ante los primeros embates, sucumba con facilidad. Nunca he comprendido la "ignoran- ■fil

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