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. IV. IV. -ANUNCIAR AIIISÚS DEI IVANGIIIO. - ANUNCIAR Al JESÚS DEl EVANGELIO os cristianos lúcidos que viven en.medio de las culturas más abierta– mente vapuleadas por el secularismo, insisten en volver la mirada al Maestro, si se quiere responder sin estridencias a los cuestionamien– tos que se le hacen a la fe y a la Iglesia. Parece que esta ha sido una constante en la historia del cristianismo. Cuan– do las discusiones en su seno llegan a la esterilidad y cuando desde fuera se habla de infidelidades, siempre han surgido profetas y místicos que la invitan a regresar a Jesús, a volver a las raíces. Nunca mejortraido a colación el ejemplo de Francisco de Asís en plena Edad Media. Cristiano primero del común que no encontraba contradicción algu– na entre la vida mundana y la práctica del culto, se cuestionó radicalmente cuando en la mazmorra abrió las páginas de la Biblia y se encontró con un Cristo diferente al que los intermediarios le habían o dulcificado o converti– do en implacable, según las conveniencias. Al salir de la cárcel Francisco desea cambiar de vida, "convertirse" al Evan– gelio. Y aquí comienza la batalla que ha de librar entre ser fiel a una Iglesia corrompida en muchos de sus estamentos o a un Cristo coherente. Decide apartarse de las mundanidades que le llevaron a perder veinticuatro años de su vida, pero sin salirse del mundo ni dejar a un lado a quienes esperan mucho de su solidaridad fraterna.
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