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111. - LA PASION DE LOS IIESAFIOS todos piensan igual, nadie piensa mucho". Y el rígido Pío XII se atrevió a afir– mar que "la Iglesia es un cuerpo vivo, y le faltaría algo a su vida si la opinión pública le faltase". A los que, en nombre de la Iglesia y desde los dones que les acompañan, incursionan en los medios deberíamos aplicarles el criterio de San Agustín: "Haya unidad en lo necesario, libertad en lo dudoso, caridad en todo". Nunca se dejará de insistir suficientemente en la necesidad de unir fuerzas y recursos para contar con medios de comunicación altamente tecnificados y dirigidos por profesionales competentes. La timidez con que aún usamos los que esparcidamente tenemos, la pacatez que manifiestan algunos de los que los dirigen y la insistencia en el regionalismo diocesano o parroquial frente a una planificación nacional, hace que los medios no sean todavía púlpito para la pastoral y la evangelización. Su uso ha de ser tan cuidadoso que el contenido parta de la imagen, pero no se limite a ella. La ligereza de conceptos o la racionalización exagerada de los mismos pueden desdibujar por completo lo que se desea transmitir. De La Fuente nos dice que "es necesario siempre preguntarse cómo resuenan nuestras palabras y nuestro lenguaje en los oídos y en el mundo de imágenes de los oyentes. Porque la comunicación no se basa sólo en la intención del que habla, y ni siquiera en su contenido conceptual, sino también en el mundo en el que existe el oyente. Si el que habla no es capaz de sentir y captar las reac– ciones en el oyente nunca podrá modular su mensaje para que la admiración o la sorpresa se produzcan en el punto adecuado". En todo caso no podemos pasar por alto un hecho innegable: Todos los ciu– dadanos, pero muy especialmente las nuevas generaciones, asumen como lenguaje indiscutible el que les ofrece la tele, la radio, la revista de moda, el internet y la publicidad. Mientras la pastoral no se moje en ellos no logrará cautivar su atención. lf#E

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