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V811UOlizar desde los signos de los tiempos La formación de parejas sucesivas trae como consecuencia diferentes unio– nes, hijos de padres y madres distintos, que son medio hermanos, a veces sin vínculos visibles de consanguineidad. El nuevo desafío de la tecniciencia permite la transmisión de la vida sin rela– ción sexual alguna. He aquí ciertas realidades cada día más en boga: muje– res fecundadas con espermios procedentes de bancos¡ hombres que donan gametos para fecundar a mujeres que jamás conocerán; parejas que encar– gan embarazos; parejas que adoptan embriones; mujeres que se fecundan fuera de la edad reproductiva; parejas de homosexuales y lesbianas que de– sean acceder a la adopción de hijos. La abundancia de matrimonios separados y divorciados vueltos a casar; la existencia de hombres con varios hogares e hijos de mujeres diferentes, añaden características muy singulares a nuestro concepto de "familia". La familia debe ser considerada por la pastoral como campo de especial predilección. El cardenal Scola, en la obra que hemos citado, nos dice: "Di– ferencia, amor, fecundidad, los tres factores inseparables del misterio nupcial son propiedad intrínseca de toda manifestación de amor, desde la intratrinita– ria hasta la venérea. Si se captan en su verdad, atrapan aún hoy el deseo pro– fundo del hombre, a pesar de la confusión provocada por las heridas que toda experiencia amorosa produce y la distorsión generada por los intentos, más o menos abiertos, por parte de la cultura dominante de "suprimir" la "extraña necesidad de sacrificio" que todo afecto humano conlleva". Volvemos a repetir que en nuestro medio ambiente la familia es to– davía apreciada. Más aún por los que carecen de ella y la anhelan vi– vamente. La Iglesia tiene que aprovechar ese deseo para exponer con claridad su, concepto de la misma. Pero no deben resultarle ajenos los otros modelos que, por necesidad y por diversas circunstancias, se dan entre nosotros . • ,,._

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