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IIL-IA PASION DE IOS DESAFIOS •. En estas circunstancias los tiempos de otio ya no se emplean en el porche a expensas de amenas e instructivas conversaciones, ni en el salón de la casa en diálogo con el entorno. Los ocupan los medios de comunicación, espe– cialmente la radio y la televisión. Y sabemos perfectamente que desde ellos se ofrecen definiciones de la familia bien dispares. "El derrumbamiento de la familia tradicional, toda ella orientada a la reproducción de la vida y la transmisión de generación en generación, de un patrimonio biológico, materialy simbólico, constituye probablemente e/factor central en esta dislocación de lo imaginario de la continuidad, núcleo de la crisis religiosa moderna.½ en espe– cial, de la crisis de la transmisión de la fe': nos dice Martín Velasco. Al no poder contar con la familia como transmisora de la fe (entre nosotros lo hacen a su modo algunas madres y casi todas las abuelas), la misma ins– titución queda al desamparo. Porque, como escribe Jonathan Littel: "Cuan– do Dios desaparece de la mente del hombre se nos presenta un dilema. Los valores deben referirse a algo, deben venir de algún lugar. En un mundo sin Dios es difícil implantar un sistema ético y moral. Las ideologías han querido reemplazarlo y ahora no tenemos nada. Nuestra sociedad vive de los restos de haber sido buenos". -Peculiaridades comunes Nos parece oportuno hacer referencia a situaciones que concurren frecuen– temente en casi todas las familias. En la historia de muchas parejas se dan varios pasos hasta llegar a la "unión matrimonial". Durante la adolescencia y el inicio de la adultez suelen pro– ducirse uniones que son como un matrimonio a prueba. Durante la adultez humana y laboral la relación se basa fundamentalmente en la consecución de algunas metas materiales. Otro período de cierta estabilidad se produce cuando se da paso a la procreación de los hijos. Y es en la vejez cuando ad– viene la relación seria.
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