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V80UOliZ8r desde los signos de los tiempos La inculturación de la liturgia y de las formas de oración y compromiso del cris– tiano se ve como paso previo para que la Iglesia no vaya por un camino y los fieles por otro muy diverso. Se trata de convertir el rito, el instinto religioso, la aceptación pasiva de las verdades, en vida y compromiso. Y ha de lograrse desde el contexto en el que se mueven los creyentes y respondiendo a las si– tuaciones que habitualmente les motivan, cuestionan, alegran o entristecen. No debemos olvidar que la fe y la religiosidad popular se dan, en gran parte, desde la transmisión sociológica, guardando la memoria colectiva e invitando a la participación masiva¡ gozan de una de una cierta espon– taneidad o sintonía connatural, y hasta emocional, con el alma popular¡ proceden de una actitud de pobreza y menesterosidad, que manifiesta la necesidad de lo Absoluto, propia de todo corazón humano¡ se expresa en días festivos y simbólicos que necesitan el encuentro con los demás, pero con Dios como referente¡ y con Cristo en su misterio pascual, con la Virgen María, los santos y los sacramentos, fundamentalmente los de la inicia– ción cristiana. Todos constatamos cómo estas tendencias de la religiosidad popular pue– den acabar en la santería, la superstición, la magia y hasta la mercadería, interpretando la familiaridad con Dios como un acuerdo en el que se da y se recibe. Para evitarlo no es oportuno el desprecio, la burla o la con– denación. Un obispo tan cercano a esta religiosidad popular como Pedro Casaldáliga, nos advierte que "se necesita la pedagogía de una verdadera evangelización por parte de los responsables de la misión de la Iglesia, es decir, de todos los bautizados conscientes, con tal de que no se crean mejores que la gente sencilla". A la liturgia formal hemos de añadir la que es preciso celebrar desde los acontecimientos de cada día. Y más aún la que debe llegar a todos desde los escenarios que entran habitualmente en los hogares. Los "iniciados" son pocos. El mundo lejano debe ser también objeto del afán pastoral. -Semilleros necesarios
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