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V811UBliZ&r desde los signos de los tiempos En Puebla se nos dijo que "en este sentido amplio la política le interesa a la Iglesia y, por lo tanto, a sus pastores, ministros de la unidad. Es una forma de dar culto al Dios único (contra la idolatría del poder, del tener y del placer), desacralizando y al mismo tiempo consagrando el mundo a El" (Puebla, 521). La globalización y algunos líderes locales prepotentes pretenden capitali– zar los ámbitos de la vida pública y, en cierto modo, también de la privada. De hecho, en muchos países se dictan leyes absolutamente discutibles y hasta conculcatorias de derechos fundamentales y se proponen como dog– mas. La Iglesia ha de tener en cuenta que "las modalidades concretas por las que la comunidad política organiza su estructurafundamental y el equilibrio de los poderes públicos, pueden ser diferentes, según el genio de cada pueblo y la marcha de su historia. Pero deben tender siempre aformar un tipo de hombre culto, pacífico y benévolo respecto de los demás, para provecho de toda la fa– milia humana" (GS., 74). -Iglesia e ideologías políticas Es en el escenario de la política, sin duda, donde los cristianos comprometi– dos van a encontrar mayores dificultades. Los que ostentan el poder, sobre todo cuando lo han adquirido desde un partidismo y una ideología radicales, se sienten incómodos con los más críticos. Sin embargo, los cristianos no pueden permanecer impasibles cuando la autoridad deja de ser legítima al convertirse en excluyente y omnímoda. La brecha entre las convicciones cristianas y algunas ideologías políticas se agudiza cuando estas últimas se aferran a una concepción del hombre, de la naturaleza y de la historia desde un positivismo excluyente. Las nuevas ideologías engatusan fácilmente a conglomerados humanos que han perdido la capacidad del análisis, abriéndose fantasiosamente y desde la irreflexión a lo llamativo, lo sugerente y hasta lo morboso, sin medir las consecuencias. Pero la Iglesia tiene como ventaja, aparte de sus consignas IH·M