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m. - LA PASIÓN DE LOS DESAFIOS a todos en los últimos años. Me he visto obligado a observar de lejos su desarro– llo, que ha venido a convertirse en una esperanzadora instancia de presión. Me agrada citar a Eloy Bueno que en su libro "La transmisión de la fe", re– cuerda que "el mismo Jesús actuó como profeta y fue considerado como tal. En él veían muchos e/juicio de Dios sobre quienes vivían satisfechos a espaldas del sufrimiento de la mayoría. Las bienaventuranzas no pueden ser desconec– tadas de su reverso: si Dios garantiza la dignidad y la felicidad de quienes pade– cen hambre y desconsuelo, no puedejustificar a quienes se entregan a la fiesta y a la risa adormecidos en el lujo o en el poder. La fe pascual no podrá nunca dejar de contemplar las llagas del Crucificado y de los crucificados, porque sigue clamando en la espera del Señor que viene. La fe cristiana oscurecería su testimonio y su relevancia si pusiera entre paréntesis su protesta permanente. Aunque ello pueda conducir al rechazo y a la muerte". La Iglesia no puede callarse ante proposiciones sociales y económicas que pueden perjudicar seriamente al ser humano concreto y a la humanidad como tal. Nos referimos a: la dinámica de la globalización que según algu– nos grupos cristianos tiene que ser impregnada por el sentido de la solida– ridad; las nuevas exigencias de la producción y el consumo que no pueden atentar contra el derecho a una vida privada, familiar y de sano ocio; la pu– blicidad que no debe generar necesidades artificiales que conducen, tarde o temprano, a la manipulación y a ciertas formas de esclavitud; el abuso de la naturaleza que amenaza con desequilibrar de tal forma el entorno huma– no que puede llegar a ser su propia destrucción; el mercado como factor decisivo que fabrica primero productos y despierta luego la necesidad de adquirirlos; la ciencia y la tecnología como valores absolutos y opuestos a una visión integral del hombre y de la sociedad. Los analistas más conscientes están seguros de que si el mundo occidental no recobra algunos de los valores básicos de su cultura y sigue insistiendo en sa– tisfacer sólo las apetencias inmediatas, desligadas de las verdaderas necesida– des, terminará desmoronándose. Algunos de los síntomas son ya palpables. Mi·i◄

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