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V8DUOlizar desde los signos de los tiempos voto o las simpatías de un pueblo frívolo, han sido copados por sujetos desin– hibidos que dictan pautas sobre todo con un desparpajo desvergonzado. Lejos de amilanarse ante las groseras embestidas del poder, nuestra jerar– quía debe seguir analizando, sin miedos ni prejuicios, los vaivenes a los que es sometido arbitrariamente el país. Tiene que ser fiel al Maestro y Madre para quienes más la necesitan. Sin embargo, no es primeramente la jerarquía la llamada a infundir una "impronta cristiana" a la política, que no significa sacralización alguna de la misma, sino invitación a respetar valores y costumbres que se consideran fundamentales. Han de ser los laicos cristianos los que, sin militar necesaria– mente en un partido, se sirvan de todos los medios a su alcance para recor– darle y exigirle a quienes ostentan el poder o definen las estrategias que no pueden excluir a quien cataloguen de oponente, ni transformar el territorio nacional y a quienes lo pueblan en su mesnada personal. En este sentido se puede caer en una doble iniquidad. La primera podría ser la de quienes, desde el interior de la Iglesia, se empeñan en formular una estrategia política concreta, encaminada directamente a la consecución del poder. Luce, desde luego, como inapropiada porque en un terreno en el que caben diversas alternativas es peligroso cifrar el éxito en una sola. La segunda consiste en descuidar por completo esa tarea, entendiendo que el campo le es ajeno y que las opciones políticas, casi siempre apegadas a determinadas ideologías, surgen por sí mismas o sólo desde los talleres de los expertos. Se ignora que una cosa es definir un programa concreto de acción y otra el de acompañar a grupos concientizados en su legítima bús– queda del bien común desde el ejercicio del poder. Mucho lamento no haber podido seguirle la pista a un grupo de jóvenes cristia– nos o en todo caso muy puros, que me manifestaron su deseo de ser una opción frente a los disparates de un poder excluyente como el que nos ha enloquecido

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