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m. - LA PASIÓN DE LOS DESAFIOS ma noción de democracia. Y quienes han sufrido el desengaño, aunque buena parte no quieran aún percatarse de ello, son los mismos pobres de siempre. A las corruptelas comunes, al reinado de algunos caciques que se pasaban la cachucha y el bastón de mando, les ha salido al paso un "imperialismo" tercermundista que, descalificando a quien pretenda desconfiar de su "pro– ceso", le condena a una perenne persecución e insidia. La Venezuela de los últimos diez años luce más vergonzosa que nunca. Jamás se había contado con tantas divisas provenientes del petróleo. Lejos de ser invertidas en la dignificación del pueblo, ofreciéndole puestos de trabajo justamente remu– nerado y nuevas fuentes de ingresos y crecimiento sustentado, se han utili– zado para convertir al poder en omnímodo. Desgraciadamente, quienes pretenden suplantar al nuevo "mesías" lucen frágiles, aquejados de apetencias personales o de clan. No han querido ana– lizar a fondo las "razones" que condujeron a las aberraciones del pasado y, por lo mismo, no han sido capaces de ofrecer al pueblo un programa creíble, razonable, práctico, como respuesta a sus legítimos requerimientos. Es preciso repetir que la clase política de nuestro país es, en gran parte, arribis– ta. Ha llegado a esa actividad por casualidad, por proselitismo y como el medio más rápido para conseguir el éxito y el bienestar personal, y no desde la voca– ción de servicio a sus semejantes y desde el amor y el respeto a la patria. El modelo de gestión pública que necesita Venezuela no se compagina ni con el de un pasado reciente, ni con el que se pretende impulsar. No se pue– de combatir una enfermedad grave con otra terminal. Falta mucho de sin– déresis, visión global y análisis a fondo. -Nuestra Iglesia ha de insistir Si la Iglesia quiere evangelizar la política y lograr que se convierta en un ejercicio honesto de la gerencia pública, en medio de la globalización y el
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