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vangelizar desde los signos de los tiempos un régimen democrático. Entendemos que el actual, aunque insiste en su fidelidad a las libertades legítimas, ha caído en el más glotón de los autorita– rismos, como es el de manipular al pueblo para que se sienta protagonista, cuando no pasa de ser un dócil lacayo. Sin embargo, ese largo período de democracia no se enfiló a la consecución inteligente y práctica del mayor bienestar posible para todos, sino a bene– ficiar a las familias rancias de nuestra sociedad y a las que la misma política catapultaba. El mundo político ha sido copado por los poderosos de siem– pre, que a veces toleran el acceso de aquellos que no dudan en convertirse en sumisos. Y por resentidos sociales que lo terminaron aceptando como medio para desquitarse de pasadas humillaciones. Pocos han llegado a la política por vocación y con sentido de servicio al bien común. El bipartidismo que se turnaba en Miraflores llegó demasiadas veces a la conchupancia, entendiendo que la nación como tal era parte de su hacienda y, por lo tanto, podían administrarla a su antojo. Las corruptelas, la repar– tición maliciosa de cargos, el desinterés por diseñar un verdadero proyecto de desarrollo capaz de incluir el adiestramiento y la concientización de las masas para el trabajo, unidos al estancamiento de la industrialización, la falta de atención al campo, la sanidad y la educación, dieron lugar a una verdadera situación de pecado. Venezuela, conducida por estas clases políticas inconscientes, exprimida por potencias extranjeras que fácilmente llegaban a acuerdos comerciales con nuestros dirigentes, es el hazmerreír de cuantos saben que hemos contado con recursos inagotables, capaces de alinearnos con los más desarrollados y, sin embargo, aparecemos llenos de miserias. Semejantes errores dieron paso al cansancio de las mayorías que, buscando una salida del túnel al que habían sido conducidas, confiaron en quienes se pre– sentaban como los "nuevos Bolívares" de la redención. Aquellos vientos traje– ron estas tempestades. La que ha terminado perdiendo, a la postre, es la mis- 1111

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