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Vi! El M. R. P. fray Enrique Florez, autor de la—clave hísto- tía!— y de la—España Sagrada—, con el lenguaje de su tiempo- 1702-11773—dice que la historia «significa... una proposicíón de sucesos por extenso: en la cual se representan todos los monu- mentos de lo aontcecido, segun tiempos, lugares y personas; pin- tando en la ocasión lo que pertenece a la region, a la batalla, ala exortacion, a los motivos, a los exitos; y todo con adorno, y lim- pieza, y quanto se arque mas a la verdad, sin parcialidad, ni adulación, etc.» Clave:!storial—Ed, Madrid. 1774. Clav. XVII. p- gina38y39. Bien pueden los nuestros seguir estas normas, que son las de un hombre ejercitado y docto en el conocimiento (le la historia; y así para referir los sucesos de nuestras misiones, por extenso, en primer lugar, deben tener presentes todos los documentos de los casos acontecidos; deben hacerse notar los tiempos y lugares en donde ocurrieron; y las personas que intervinieron en ellos. Es muy notable la opinion del P. Flore cuando dice: que en cada ocasión debe pintarse—geográfica, etnológica e históricamente —lo que pertenece a la región en donde tuvieron su desarrollo los hechos, No es dable al historiador el omitir la lucha, «la batalla» sufri- da en la ejecución de los sucesos ocurridos; ni los esfuerzos, el va- lor y alma, que fué necesario poner para llevarlos a cabo. Deben pintarse los motivos que impulsaban a las personas di- ferentes para su concurrencia a los hechos; y sobre todo, no deben omitirse los exitos obtenidos. Todo esto debe referirse con adorno y limpieza, a fin de que abiertas, de par en par, las puertas de los tiempos, la verdad se es- clarezca y quede manifiesta; sin parcialidad ni adulación al amigo; y sin hiel ni menosprecio para el enemigo; antes teniendo en cuen- taas diferentes mentalidades, y los diferentes puntos de vista—del civil, del militar, del paisano, del eclesiástico y del fraile misione- ro—reconociendo en cada persona el deseo del acierto, y del bien general y particular, segun las miras y los objetivos de cada uno con los naturales encuentros, por la diferencia de los fines particu- lares, aun coincidiendo en los generales de un bien común, como es seguro. En la historia de nuestras misiones creemos que no hay moti- vos para callar cosa alguna hallada en los documentos. Tal- vez les ayude hojear nuestra pequeña introducción a las Relaciones de las Misiones; que viene a ser un liviano anticipo, o preparación, para la «historia de las antiguas Misiones de los Capuchinos españoles en América»: En el archivo de los PP. Capuchinos de Andalucía—Se- villa—debió quedar un pequeño estudio algo mas amplio del que

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