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IV No se contentó España con ensanchar su raza por el nuevo mundo, sinó que dió la mano a la Raza autóctona y abservió y fundió dentro de si a los indígenas declarando nobles a los españo- les que se ligaban en el santo matrimonio con las hijas de los prin- cipales caciques. Al repasar los documentos de Misiones el lector sin du'da que- dará asombrado y prendado muchas veces del esfuerzo de los es- pañoles y de los Misioneros Estos documentos de las Misiones de Venezuela—; híja nobilí- sima de España—son el rico depósito de nuestros antepasados; es lo que nos queda de ellos, y son las valiosas fuentes del saber, de la organización, sabiduría, y arte de Gobierno, al que tendremos que mirar siempre pqra acertar a gobernarnos, estimamos y cono- cernos: conozcamonos quienes somos, y de donde venimos, y es- pontaneamente nos amaremos. Dicen los libros santos al hombre sabio: pregunta a tu padre y a tu madre, a tus mayores y ellos te lo dirán. Seguros estamos de que los descendientes de los españoles en America, al recorrer estas paginas, la doctirnentacion genuina de nuestros mayores y antepasados, sentirán bullir dentro de si la sangre que corre por sus venas., los ideales puros de la Raza des- cubridora y forjadora de pueblos y Naciones; y en estos documen- tos los lectores podrán saborear las ricas mieles, el sabor de la Raza española en su propia, lucida y liinpísiina fuente. En la documentación de las Misiones los historiadores halla- rán tambien la clave de los documentos civiles; puesto que corren parejas los ideales cívicos de España con los ideales religiosos de los misioneros. Unos documentos sin los otros dejarán manca la historia de la cultura y civilización española en América; por lo que siempre será de suma importancia el estudiarlos a fondo: faci- litar semejante estudio es e objeto del Gobierno de Venezuela, a quien repetimos nuestro mayor agradecimiento, por los dispendios que ocasionan esta clase de trabajos, y el celo y apoyo moral para llevarlos a cabo. - Así mismo, quedamos agradecidos a todos y cada uno de nuestros compañeros de trabajos y correrías apostólicas, y ahora, mejor que nunca nos damos cuenta del sacrificio y abnegación apostólica con que han sabido sobrellevar, religiosamente, las ccn- tradíçiones y amarguras que se hallan en toda clase de obras bue- nas y santas, que son antelación y harras del premio venidero.

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