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- 340 - menos meritorios y menos dignos de la recompensa que les esperaba; así lo afirm Ambrosio de los primeros Apostoles. Era menester que su merito manifestado por los sucesos se perfeccionase cori sufrimientos. Me parece os he ya ponderado bastante cuan grandes fueron los de tros heroes en su horrorosa prision y muerte entre el furor de la barbarie; la gloria,' , que se adquirieron con los tormentos fue el fruto rnerecio con los primeros suceso. sus conquistas en que se contenían como en causas las mas meritorias.' Y ¿extrañareis todavía, oyentes míos, que les recompense el cielo tanto m honrandolo con la perpetuidad de su fama, de su renombre? No; toda la maligrí humana no podrá jamás frustrar los designios de la providencia en la cxaltacion de escogidos y fieles siervos: Et in tempore erit respectus iliorum. En vano disponen aquellos maldicientes y rebeldes Chucutos envolver en el n4j seno (le las negras aguas del Caroní los cuerpos de nuestros dignisimos heroes p apartar de la vista de los fieles el rastro de su sangre La gloria de los heroes de la R11. gion, dice San Cipriano, no se acaba con ellos mismos como la de los heroes del mu do. La Iglesia Santa agradecida por los innumerables hijos que le engendraron, unt sus nombres por medio de los sagrados dipticos, la inmortalidad que los tiranos.:i tentaron arrebatarles. Su madre y mía, la Serafica Religion Capuchina se gloriará ef. namente de blasonar y ensalzar a unos hijos cuyas virtudes y triunfos forman el magnifico cuadro que adorna en extremo el famoso o místico museo de sus glorias. La misma nacion española, a cuya conservacion y extension se dirigieron cesar las fatigas y sudores de tan fieles vasallos y ministros, no podrá dejar de colo los y preconizarlos en sus famosos anales, para que transmitiend ose sus nombres generacion en generacion, queden ininortalízados en el reconocimiento de todos los -a glos, Y tu, oh Mision y pueblo Santo de Caruachi, que fuiste testigo de los sufrimien.t de tus nadres y maestros, santificados con sus prisiones, regado con su sangre; tu 1 gularmente distinguido entre todos los pueblos limítrofes del Caroní; tu levantarás .1 cesanteniente la voz que reunida con las energicas de los veinte y un mil neofitos hal tantes de tales pueblos, con sus futuros desccndientes, serán unos pregoneros eloc(fd tisinios de tales heroes fundadores en aquellas regiones de la verdadera religion. ¿ meis acaso se pierda la semilla del Evangelio sembrada a costa de tales sacrificios y .i gada con tan digna sangre? Muy al contrario, la sangrede sus fundadores ha fertilizá, siempre los campos de la Iglesia; ella clamará al cielo con mayor eficacia que la de Al por la venganza de los pérfidos homicidas que la derramaron. Aquel Dios que vi siempre en la custodia de Israel, no tar dará ya en mandar Angeles exterminadores q acaben de un solo golpe con ellos, como el antiguo con los egipcios; ellos mismos medio de sus desgracias y entre las ruinas de su total exterminio, que ya les amenm cooperarán a pesar suyo al hono,r y fama inmortal de aquellas víctimas que inmoló i mpiamentc.su m as anárquica ferocidad. Consblcmonos, pues ya, oyentes míos, que si se presentan nuestros misioner como objetos de sumo horror en singular y violentisima muerte, se presentan no mr nos como objetos de sumo honor en los singulares triunfos que su muerte misma i morlalíza. N'Ie parece estoy contemplando debajo el altar de Dios a la cohorte toda los. mnartires puesta en movimiento apresurandose para agregar a sus triunfantes eser drones a los que tanto se les asemejaron en mneritos; si, yo imagino y con cuanto fu damnento! yo imagino ver a la corte del cielo engalanada y gozosa disponiendose pa recibir a aquellos de quienes el mundo no era digno; los espíritus todos del empir templan ya sus musicos instrumentos, ordenan las mas magnificas procesiones y sal al encuentro a nuestros mas esclarecidos héroes de Guayana; sus cruentos sacrificl unidos al incruento y dívinísinio que acaba de ofrecer ese digno ministro compañero en las aras del Santuario, se presentan Oh Dios mío! ante vuestra majestad, ar vuestra inagotable piedad, para que en las perpetuas eternidades, lux perpetua luc eis cum Sanctis tuis in aeternum. Amen. Fray Nicolás de Vich, Misionero Apostólico. (1) El celebrante fue el P. Hilarion de Mataró, misionero, 01rO de los poros que, escapados felizmenir, vieron ilesos de aquella grande tribulación en que tantos de sus compañeros lavaron sus estolas en la sangre del dero.

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