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- 338 - deramente estavirtud tan desconocida en aquellos paises de Anierica, en ellos resid como en su propio y verdadero trono. Ah! no mas que por este solo momento quIs ra no tener el honor de haber sido su compañero, ni de haber tenido parte en sus ev gelicas tareas, solo para desahogarme con mas libertad y explicar ahora cuanto pudie en alabanza suya, y que me empacha el decirlo por temor de ser reputado parte ínt sada. Pero... ¿como callar? ¿No seria esto contradecir a la divina providencia? ¿Qt sabe si para este solo fin me ha librado y hecho venir aquí por entre tantos peligros rodeos? ¿si teniendo decretado que no los acompañase en tan gloriosa lucha, quL honrarme a lo menos queriendo que haga yo el merecido encomio de sus V1rtudes? que! ¿dejarán por esto de tener mas verdad mis narraciones? si yo callara hablan ciertamente por mi aquellos mismos infclices indianos, que en medio de su triste h fandad no cesan de llorar amargamente la perdida (le tan buenos Padres. Preguntad a todos los criollos y a los mismos europeos que han recorrido Y habitado los puebi de nuestras misiones Guayanesas; todos a una voz contestarán conformes que la cc docta, procederes y ejemplos de los misioneros catalanes los tenían sumamente cdi cados; hasta los enemigos mismos que el interes y la envidia habían acarreado a aqi lla Comunidad, nada proferian sino elogios al tratar de su moralidad, de su justicia Esta justicia; por fin con que procedieron desde el principio de la guerra a favor de Religion y del monarca, acarreó contra ellos el• espiritu de vértigo y de furor de aquel] carniceros rebeldes, que poseídos del frenesí de su anárquica ferocidad no soega hasta haber sacrificado las mas justas víctimas a su mas injusta y cruel venganza, príncipe de las tinieblas y sus minitros se creyeron proximos desde este momentc triunfar de nuestros heroes, prec1itandolos en el abismo del olvido y del deshon (1) El plan de vida que estaba establecido en cada una de aquellos Mis nes era el más justo y edificante.. Por ¿o mañana se levantaba el Padre i'lisionc a los cuatro se iba a la Iglesia y con los muchachos que vivían en la casa para servicio y el del altar rezaba la letanía de la Virgen: y luego leia su ineditaciott; la que seguía medio hora de oracion, despues de esta celebraba el santo Sacrifi de la Misa cii que acudían machos indios no siendo día de precepto, y todos su. dolo, concluida la Misa y gracias se hacia la señal con la campana para el reza nI que acudían todos los indios e indias del pueblo, los cuales colocados por ord en la Iglesía, separados los hombres de las mujeres, cantaban con mucha unifort dad las oraciones mas esenciales del Catecis-rno; luego se destinaban los casadom sus obligaciones, y quedaba el Pudre Misionero con los muchachos ínstrurjéndo minuciosamente en el Catecismo, leer, escribir... A las dos de la tarde se toco otra vez la cami;ana, acudían los indios como por la mañana cantando los muci chos el Santo Dios, corno se dijo, despues de las Letanias. No es posible forn una cabal idea del desvelo y trabajo extraordinario que costaba a aquellos Mis neros la reducción e ilustración de los indios, en que se empleaban íncescintem te, sin que se conozca primero el singularísimo y-rustico carocter de los indios aquella religión. Rabiando de estos el J). Gumilla, Jesuita, a quien la esperiencia muchos años que anduvo dando misiones por aquellos paises le ilustró en e materia dice así: «El indio en general—habló de los que habitan las selvas y de que empiezan a domesticarse— esciertamente hombre, pero su falta de cultivo ha desfigurado tanto Lo racional, que en el sentido moral me atrevo u decir que indio bárbaro y silvestre es un monstruo nunca visto, que tiene cabeza de igi rancia, corazón de ingratitud, pecho de inconstancia, espaldas de pereza, pies miedo; su vientre para beber y su inclinación a embriagarse son dos abismos fin». Orinoco ilustrado pug. 45 de su tomo en 4.° impreso en. Madrid, año 1741». E y otras muchas observaciones y curiosidades, que se hallan en la citada obra de e. ilustre Jesuita, dan a conocer el esclarecido mérito de los predichos Misioner que a fuerza de mucho tiempo, paciencia y Doctrina debían desbastar tan gran tosquedad y descubír las preciosds margaritas de aquellas almas de los mdi que compradas con la preciosa sangre del Divino Redentor Jesucristo, como nuestras, solo el hecho local de su nacimiento las ha constituido en tal infeliz tado, i d c ri t v n ri c a f s d a d a d tr t s t p s p c l n j u l t i h s l f f e a e r c d l i e n g d v n t

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