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- 336— con los mayores insultos y desprecios; el alimento que se les administre es mas pfQ para darles una muerte lenta, que para conservarles una vida propiamente tal; los tidos cueros de reses sin curtir tendidos sobre la húmeda y desnuda tierra, éstas son"[ camas o mejor diré los potros de aquellos miembros macilentos, dependendientes un todo del capricho y despotrsmo de unos seres que casi nada tienen de hombre uj que el borron de las pasiones, y as¡ son sacrificados por estas furias infernales todo género de crueldad. Cinco meses continuos arden nuestras víctimas en el fueg la mas atroz ferocidad, que aunque soplado con el viento recio de la anarquia, su de su actividad voraz para cebarse con mayor lentitud. pero tambicn con mayor cr.t dad en las pacientes víctimas; ya catorce de ellas han cedido a tan fieros rigorej muerte piadosa los ha arrancado de entre aquellas furias; solo veinte han quedado' para beber puro y entero el caliz de la mirra mas amarga, para ser mas perfectame compañeras de las pasiones de Jesús. ¿Cuando será; Oh Redentor amable, que se pie en ellas lo de vuestro Apóstol, siéndolo también de vuestra gloriosa resurrección Aguardad todavía un poco, compañeros díchosos ya van acercandose los desead momentos de esta época feliz; presto, presto completareis el numero de vuestros manos. Si oyentes míos, llega ya por fin el día de la consumacion del sacrilegio, dia: nuble por su formidable y espantoso aspecto, pero din deseado por presentarse co termino de tanta desgracia y principio de tanta dicha; sopla furiosamente el cierzo la itialicía en el corazón de aquellos impios sus tinieblas no pueden sufrir ya el rl plandor de las virtudes de nuestros justos; fulminase contra ellos el ultimo decreto exterminio; a las pocas horas de haberles sido Intimado, debe ponerlo en ejecuúf aquella negruzca y vil canalla, en cuyos rostros se ve pintada la barbarie misma. El horrendo y espantoso aparato de las afiladas flechas, lanzas y machetes, y resentimiento contra aquellos profat.os v erdugos antagonistas de la justicia, se pres tan con ceñudo aspecto para poner como en balancín las virtudes de nuestros valer combatientes, mas ellos vencen con su generosidad todo el horror de los tormento con su caridad toda la fuerza de las pasiones; Aquae multae non potuerunt extingo charittem. La humilde oración, el Sacramento de la Penitencia y las centellas de ten con que se encienden mutuamente, llenan sus animos de fortaleza, y los presentan vencibles a la lid; correse ya la cortina para la ultima escena del mas patético esp táculo, espectáculo tríste! ¡espectáculo horroroso! ¡espectáculo capaz de amansar Li. ta a las fieras mas indómitas! Se han arrojado ya sobre ellos sus enemigos y los sacan de aquella Misiór templo santo de Caruachi, llevandolos o mas bien arrastrándolos hasta la orilla del( roní, que ha de ser el ultimo anfiteatro de sus penas; allí desnudados luego con furi deshonra de sus santos habitos, a semejanza del Redentor, aguardan intrepidos el timo golpe que ha de ceñir sus sienes con los mas ilustres laureles. Pero antes que acerado hierro se desplome sobre sus cabezas, dad, oyentes míos, una ojeada, como paso a aquellos miserables indios, que precisados a ser espectadores de tan horree funcion, van a quedar huerfanos, perdiendo enteramente a aquellos que los hablan gendraxlo en la fe, y de quienes eran antes sustentados con el pábulo de su doctrin; sus ejemplos; en la amarillez de sus rostros y en los tristes ayes y gemidos que exha entre sus amargas lágrimas conoceréis lo horroroso de la catástrofe de sus amados 1 dres Misioneros; en sus lastimosas voces,., mas los fieros ministros de Bolívar y P estan ya impacientes, centelleando los ojos, hechando espumarajos las bocas, eriza( los crespos cabellos, ronca y espantosa la voz; como tigres rabiosos no respiran u que crueldad contra aquellas víctimas, que con una palidez mortal estan fluctuar, ya sumergidas en agonias las mas amargas. Una confusa vocería es la señal para ultime ejecucion. ¡Cielos piadososl confortad mi espíritu, pues desfallece al solo ci templar la lluvia infinita de flechas, lanzadas y machetazos que se descargan so aquellos inocentes cuerpos, al reparar como el carmín precioso de su sangre corre arroyos por todas partes tiñendo aquel arenoso suelo; al considerar las Innumerab llagas y heridas con que van desfigurandose y recibiendo la muerte en todas y en c ulla, de las partes de sus miembros. ¡Angel consolador! ¡espíritus todos de la celestial Jerusalen! vosotros que con lasteis a una Agar salvando a su hijo Ismael, para que no pereciese de sed; a unTob

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