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- 335 - preces y sacrificios, con el arinosnoso canto que, unido y hrmosead con los musicos Instrumentos (1), resonaba tan amenudo en aquellos asilos de piedad, y manifestaba las emociones de júbilo de aquellos humildes corazones en presencia de la Majestad Suprema,. ¡Ay de mil un momento fatal destruyó la obra de casi un siglo; Lodo desapareció todo concluyó con la infausta sorpresa y encarcelacion de nuestros evangelistas de pat. que reunidos formaban como una sola alma de aquel mundo, dándole el ser y la vida el movimiento y la felicidad. Una caterva de desastres sin fin sustituyó a tan incompa- rables bienes. El desorden, fuga y desarreglo mas fatal de los indios; la total devasta- cion de todo genero de frutos; el robo y violenta expoliación y profanación de todo lo .sagrado y precioso; y en los sagrados templos la mas silenciosa soledad, solo interrum- pida por el escándalo, por el ludibrio, por los sacrilegos atentados de aquellos mons- truos agresores; todo es llanto, consternación y horror, precursores fatales de la crue lí sima muerte, con que nuestros invictos Macabeos van a ser sacrificados al furor de los incircuncisos: solo esta generación maldita, raza de víboras malignante, entona erguida con risas insultantes sus profanas canciones, volando complacida como el cuervo del diluvio en contorno de tanto desastre, desencadenadas sus pasiones por la anarquía, no poirán mitigarse mientras, exista un solo justo que intente enfrenarlas otra vez. ¡Infelices padres y Hermanos, carisinsos de Guayana! no puedo menos de compadecer y llorar vuestra suerte, al contemplaros' hechos el juguete de tan indomítas fieras, [Muerte!... 101i terrible trance de la muerte¡ Cuan dulce y halagüeña, hubiera sido para nuestros dignos sacerdotes, sí presentándote con la velocidad del rayo o de la saeta los hubieses arrebatado de entre tanta barbaridad, cortando de una vez el precioso hilo de sus vidas! más flO; nada puede entre ellos el fatal repentino golpe de su guadaña, como el oro en el crisol probará el Señor a sus elegidos, destinados para el sacrificio que ha de pasmar a todos mis compatnicios, y cuyo incienso ha de subir hasta los cielos mis- mos como el (le Abel; quiere trillarlos como trigo para los trojes celestiales; se acabó para ellos la esperanza de todo consuelo de parte de los vivientes de uno y otro hemis- ferio y han entrado a sondear ya el inmenso pielago de la amargura y aflicción, entre el furor de sus impios rivales. Yo los contemplo con. el entusiasmo de Isaías, metidos en aquella su imaginada nave sin velas, reinos, ni timon embestida de aquilones furiosos, agitada de recios huracanes, y fluctuando en medio de un tempestuoso mar, agobiados con tan válida tormenta, acuden al Señor de la mar y de los vientos, exclamando con los Apostoles santos; Salva nos, peritnus. Mas no temais justos, afligidos; alentad y onsolaos en el Señor, que benigno y fiel no permitirá que seais probados sobre la posibilidad de vuestras fuerzas; alentados con el espíritu de la justicia que os anima, todo lo podreis como otros Pablos en el que os conforta, penetraos pues de los sentimientos de una fiel correspondencia, que la gracia no os faltará; prevenidos con las bendiciones de su dulzura, pasareis contentos por el fuego y el agua (le la angustia, caminos seguros por donde os trasladará el Señor al refni eno, y os aceptará como ofrenda de holocausto el mas agradable: Quasi holo- causti ostiam accepit filos. Y por cierto, oyentes míos, ¡cuan copioso había de ser el torrente de la divina gracia, para que nuestros combatientes invictos pudiesen hacer frente a tanto furor y contradicción! Aquí se exalta mi fantasía, y no puede) menos de sorprenderme, reco- rriendo los penosos pasos desde su prisión hasta su muerte en la Mision de Caruachi (2). Arrebatados violentamente de sus respectivas frhisíones, son trasladados y reunidos a esta, sin decoro, sin atención, sin respeto; una multitud de centinelas de día y de noche se destinan no tanto a impedir su fuga, como a hacerlos objeto de su irrisión e hin- propenios, negros s'atnbos, mulatos ' todas las demás iialiciosas castas de que se componen aquellas turbas rebeldes provocan e injurian de continuo su mansedumbre (1) En cada Misión o pueblo, que se tornan allí por sinónimos había un Cierto isómero de Indios instruidos e:, iv música y en el canto; éstos asistían y solemnizaban las varias funciones de la Iglesia mas o menos segun las fas' i,vidades; todos los ñas en especial se caneaba solemnemente el Santo Diós, todos los sábados el santo Rosario, y todos los días de precepto de oír Misa se celebraba ésta tocando la música. (2) Esto pueblo está como a un tiro de fusil del Río Caroni, s cuatro leguas del lujar donde desagua es el Orinoco.

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