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- 334 - dre, haciendo correr por su seno la sangre limpia de los justos que se opongan a delirios, a sus impiedades. Con esto podeís ya descubrir el origen de la espantosa tastrofe, que nos recuerdan los funebres cantos que acaban de resonar bajo las bov de este enlutado santuario; tal es la causa de la muerte cruel de nustros dignos nl neros; si las agudas cuchillas de la anarquía y de todas las pasiones a ellas consígu tes, fueron los verdaderos sacrificadores de nuestros hermanos venerables; de las' baras y crueles circunstancias del sacrificio que voy a ponderaros, podreis inferir duda el caracter horroroso de esta furia anarquica que devoró .a tan inocentes victit Trasladaos ya cóninigo a las margenes del gran Orisioco;' llegad mas arriba h las orillas del caudaloso Caroni; recorramos aquellos amenisimos jardines de sus ras... ¡Ahl todo se cubre del mas triste luto, desde que empezaron a arder aquella; gradas víctimas. Yo me pasmo hermanos, por la inesperada infeliz metamórfosis ha cambiado el aspecto de aquellos paises desde Enero de 1817; ¡días aciagos lo este mes para la provincia (le Guayana' desde entonces se ha oscurecido del tod oro brillante de su felicidad; ha mudado ya su hermoso natural color; sus caminos tan mas que los de Sion, por haber cesado las antiguas solemnidades, nada tienen ver con las suyas las solemnidades de Jerusalén; unos hombres mas inapios que los tiocos, Menelaos y Eliodoros son las hambrientas fieras que desvastan aquellas pr sas campiñas. ¿Imaginasteis tal vez como las impetuosas aguas de un torrente ri sedo por algun tiempo, rompiendo por fin los diques que la detenían, descienden damente precipitadas hacia las espaciosas llanuras, y arrebatando con su fui corriente a la robusta encina juntamente con la debil caña, confundiendo las olor flores con las punzantes espinas, todo lo Inundan, todo lo desvastan, y en todos tan la consternacion? ¿considerasteis el furioso impetu de aquel dragon del Apocal llevando consigo el hierro, el fuego, la muerte y todas las desgracias juntas, dist: yendo a gusto de su furor las cadenas, los aprobios, las llagas y todas las demas gracias? pues no explico aun sino en debil sombra, los fatales efectos de la lnsurre desque soltó los diques y rompió la muralla del Caroní, que guarnecido y resguari por la vigilancia de nuestros cuidadosos misioneros, habían frustrado por siete año tinuos sus rabiosas tentativas, desde que por uno de aquellos improvistos y des dos eventos que deciden las suertes de las provincias, logró entronizarse en los p de nuestras Misiones catalanas; desde que las sacrílegas manos de aquellos indofl rebeldes a su rey y a sus leyes, como otros Impíos lkndrónícos sopendieron con cía malignante a nuestros heroes como a otros tantos sacerdotes Onias, verdadero dres y maestros, Angeles tutelares, los mas cuidadosos de tan bien organizados pu ¡Pueblos desgraciados! ¡tribus infelices! bien podeís llorar amargamente con los An de paz de ¡salas, pues acabais de perder en vuestros misioneros a otros tantos J valerosos, destructores de vuestros contrarios incircuncisos e idolatras, os falt aquellos Gedeones magníficos. que alejaban de vuestra patria aquellas hueste pérfidas que los Amalecitas; no existen ya para vosotros aquellos Esdras religioso tan eficazmente peleaban a favor vuestro con la espada de su actividad en una mai edificaban con la otra el templo santo del Señor, eonservandoos en su divina lei mor y doctrina. ¡Ah! ¡que presto se verán entre vosotros los fatales efectos de ta senda! En efecto, hermanos, el arreglo y subordinación de aquellos indios, frutos ta de tan santas fatigas y trabajos apostolicos; la agradable hermosura y fecundidt aquellas floridas labranzas y copiosas crias de ganado, con cuya economía se 1 sostenido la guerra hasta entonces a favor del soberano, la pomposidad de aqt majestuosos santuarios con los prediosisimos vasos y exquisitas alhajas que adora admirablemente estos palacios del Gran Dios (1); la celebración de los divinos oí (1) En esto se inventan los tan decantados y exajerados tesoros de los Padres Misioneros, que se pi hasta de comer pan de trigo y de beber vino por no darse en aquel pis y contentándose con el casabe o pan d que se usa en aquella tierra; y todo esto por escrúpulo y temor de que comprando aquellos alimentos que muy caros, faltase lo necesario a loS indios y al decoro de los templos, cuyos adornos y hermosura eran la adra de aquellas comarcas, y hasta de los mismos extranjeros que concurrían allá para sus neg)CiOs. Nadie dirá si; a la verdad que haya visto volver de la América a un Misionero Capuchino de la Comunidad de Catalanes qu en Guayana, trayendo de allá un solo real: todos los que volvían venían pobres como se iban; y avino veo el mento que podían tener las voces de algunos malévolos respecto a las grandes riquezas y tesoros supuestos.' procurahantildar la conducta de aquellos Padres.

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