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- 333 - n toda república y sociedad, que destruida la dependencia de sus potestades legítimas, a sido luego el juguete de las pasiones, viniendo a la desolacion y al ultimo de los es- ragos. ¿En que habían, pues, de pararnuestros ingratos americanos, desde que abando- ados a su capricho se mancomunaron contra el ungido del Señor, y conjurados cofstra oda autoridad, proyectaron Impíos y rebeldes sacudir el suave yugo de nuestro digno oberano? Claro está, hermanos, que las voces de sentimientos de igualdad y libertad in primario de su rebeldía debían sembrar en aquellos vastos y amenos paises la cizaña e todo genero de males; ya en lo fisico ya en lo moral; los vicios mas detestables, las asiones mas infames, las aventuras mas escandalosas, todos los horrores de una gue- ra la mas destructora y desoladora (1), vez ahí los partos legítimos de tales madres; us fecundas generaciones inundan aquel1asInmensas campiñas con arroyos copiosos e inocente sangre de Abeies, que confundida con la abominable de los impios Caines,, resenta a la paz de todos los siglos un cuadro el mas tragico, lastimero, espantoso. ¡Perfidos! ¿Creeis acaso justificar vuestra conducta con los vanos y frívolos pre- xtos que alcgais, para insistir en la guerra horrible que agita a la España entera, cons- tuyéndola en la mas calamitosa época? Os engañais declaradamente: hasta los mismos. dios, a pesar de su corto talento; van descubriendo ya su engaño y vuestra refinada alicia (2); la luz del Evangelio y de la razon diseminada en aquellos míseros descen- ientes de Adan por los hijos de los Ignacios, Franciscos, Domingos.., no puede ser fuscado con vuestras tinieblas; por mas que persigais de muerte a todo Misionero que felizmente caiga en vuestro poder, no llegareis al fin de vuestros impios proyectos: las rueles injusticias que acompañan vuestros procederes desde el primer grito de la insu- ccciou, el desprecio y atropello de las leyes mas justas y moderadas, las facciones horri- les y el espirito de partido con que estan devorandose los corifeos de vuestro frenesí, husando obedecer unos a otros y constituyendosc en una verdadera facciosa anarquía ); son unas pruebas nada equivocas del corrompido corazon y torcidas intenciones ue abnigais. Dejemos, pues oyentes míos, que profanen con sus venenosas lenguas el dulce y grado nombre de Patria con el vano pretesto de hacerla feliz y libre y que por primera ez hagan resollar en aquellos paises la voz (le libertad y derechos del hombre en el cto mismo que escandalosamente los violan y atropellan; pues así como un arbol alo no puede producir sino pesítnos frutos, así es inconcebible que la libertad y felici- ad verdadera puedan ser efecto de tanto crimen. En vano intentan sorprender la ra- ón, queriendo persuadir la justicia de su causa y el amor que se glorian de profesar a Patria, mientras como venenosas víboras despedacen las entrañas de tan digna ma- (1) No se ha visto ni puede darse gente mas viciosa por todo estilo, que los insurgentes! Venus y Baco es- s allí entronizados Co todo so apogeo: se han al¡¡ cometido Infinitos excesos que la pluma se resiste a escribirlos. stuvo el orador en un pueblo de indios en las Misiones de los Padres Observantes llamado Tsplqulre, en donde el surgente Monagas, por vengarse del agravio que pensaba se le habla hecho, mandó juntar a todos los Indios en una an casa y a h& indias con algunas españolas en otras, y luego pegar fuego a ¿sta y alan m cear a los de aquella, que- ndo todos vi as de la injusta venganza a la violencia del fuego y del hierro: solo han quedado en aquel nume- so pueblo los pocos indios que por casualidad se hallaban ausentes. 'l'odos loa días se veo y oyen atrocidades serne- utes y mayores de toda clase, en la Injuria no hay bestia que se les pueda comparar. (2) Una grao parle de los Indios Imbuidos por los Padres Misioneros en las máximas de fidelidad al sobe- no y de horror a los rebeldes, prefirieron el abandono de sus casas y pueblos a la obediencia y sujeclón a sus leyes spóticas y tiranas: otros que engañados por las faldas promesas y alhagos lea habían servido desde el principio de la vasión, Iban ya cansándose de su pesado yugo, y se les huían todos los dlas, de modo que poqolsimnos eran ya los dios que servían u los Insurgentes: hasta algunos hablan llegado a perecer da hambre en los montes para no vivir n tales rebeldes, sintiendo en extremo dichos indios la ausencia de los Padres Misioneros. As¡ lo refirieron ai ora- r algunos fugadas de entre los rebeldes: éstos por lo camilo son'crlolios, esto es, nacidos en América, pero oriun- s de Europa. (3) Con mucha razon y propiedad debe llamarse anarquía la de los Insurgentes- de la América meridional, es desde el principio de la Insurrección se han constituido siempre arbitros de las leyes: y aunque han tenido sus fes, pero nunca éstos han podido flamnarse propiamente superiores. pues nunca han mandado y sido obedecidos starme a la ley y a la razon, siempre conforme a sus apetitos y desordenadas pasiones: y aquellos han sido los jefes as estimados que han sido mas viciosos.y permitido mayores excesos de todo género. Es tanta allí la Insubordius- o Y desunión, que no es posible ponderarle; solo andan conformes y unánimes, para los vicios: a soldados y jefes s carcome la envidia: todos qnteren mandar y ninguno obedecer, cada día tienen entre si contiendas de muerte: Pisi e habla sido uno de los que mas y con mayor acierto hablan trabajado a favor de su independencia, y que logró lo e tantos no hablan podido lograr, esto es apoderarse de las Misiones de los Padres catalanes, poco despues de este an servicio lue mandado fusilar por Bolívar, que envidioso de su gloria supo arrastrar mas partido.

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